En el comienzo de la Cuaresma, aparte de cumplir los ritos religiosos, corresponde incidir en el tema central de la sociedad, que es la familia. Casos infortunados producen rupturas, pero no por eso hay que dejar de guardar la reverencia que se merece.
Pues de ella surgen los hijos y con ello se aporta al crecimiento de la sociedad, que es el núcleo central de los seres humanos. Aquello de reducir la natalidad es un enorme desacierto en lo social y en lo religioso, pues de ella depende la existencia de las familias y, consiguientemente, la sociedad, en la cual se asientan los países y en términos generales la humanidad en su integridad.
En el pasado no hubo preocupaciones en ese orden, pues todo estuvo librado a los azares de la vida, pero fundamentalmente a la decisión de las parejas. Se habla de que en la actualidad está creciendo desmesuradamente la población mundial, pero se olvida la función del tiempo, que es el que determina todo lo que concierne a los seres humanos.
De estarse pendiente de los fenómenos mundiales, lo prioritario es preocuparse de los hogares, de la familia. El tiempo se encargará de encontrar las soluciones que impliquen el crecimiento poblacional, en tanto los seres humanos no deben dejar de cumplir su rol social, cual es darle vida y consistencia.
Al respecto, el Papa Francisco ha publicado un libro titulado “Amoris Laetitia”, cuya esencia es hablar “Sobre el amor en la familia”. Tratar el tema en el inicio de la Cuaresma resulta pertinente”, puesto que no todo constituye ir a la Iglesia y a rezar, sino a formular consideraciones mayores sobre los seres humanos y concretamente a la familia, que es la célula primigenia de la sociedad.
Empieza exponiendo que “la alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia”. Como han indicado los padres sinodiales, a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, “el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia”.
En el último Sínodo religioso se puso sobre la mesa “la situación de las familias en el mundo actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia. Al mismo tiempo, la complejidad de los temas planteados mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales…”.
“Los debates que se dan en los medios de comunicación o en publicaciones, y aun entre ministros de la Iglesia van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión y fundamentación, a la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o derivando en conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas”.
En este Día de la Cuaresma, es también necesario anotar que “La Biblia considera también a la familia como la sede de la catequesis de los hijos… Por lo tanto, la familia es el lugar donde los padres se convierten en los primeros maestros de la fe para sus hijos. Es una tarea artesanal, de persona a persona…”.
“Los padres tienen el deber de cumplir con seriedad su misión educadora, como enseñan a menudo los sabios bíblicos. Los hijos están llamados a acoger y practicar el mandamiento: Honrar a tu padre y a tu madre. El verbo “honrar” indica el cumplimiento de los compromisos familiares y sociales en su plenitud, sin descuidarlos con excusas religiosas. En efecto, “el que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros”.
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