“La heroína Juan Azurduy, varias veces herida, alguna vez prisionera y moribunda, recuperada se constituía en el terror de las tropas españolas, consuelo de los monteros patriotas, y ante todo y siempre, modelo de virtudes como esposa y madre, la dama chuquisaqueña se destaca adorable en los horizontes de Bolivia y de los fastos de América”.
La primera en atacar las posiciones realistas y la última en dejar el campo de batalla, audaz, temeraria en las refriegas, piadosa y dulce en los campamentos; distribuía dineros, curaba a los heridos y atendía el rancho. Por su valor y tenacidad fue admirada y reconocida por los gestores de la Independencia de América del Sur.