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La seguridad y soberanía alimentaria es un tema que refleja consternación en la prensa nacional. No obstante, la historia nos muestra la continua dependencia nacional de importaciones de trigo desde hace casi un siglo. De acuerdo con el Consejo Internacional de Granos (IGC) la importación de harina de trigo fue de 200.000 TM en 2006-2007h y en 2007-08 el total de importación de trigo fue estimada en 300.000 TM, y según Jorge Calvo de “US Agency for International Development” (Usaid) y la Asociación Industrial de Molineros (ADIM), de 19 molinos solo quedan 9 en funcionamiento. Por muchos años Bolivia dependió de embarques de trigo americano con el programa PL 480; no obstante, los molineros nacionales aún dependen de trigo americano. De un consumo de 400.000 TM el 25% es nacional, el resto es también de Argentina y Canadá.
Mientras los agricultores nacionales cosechan con bajos rendimientos y mayores costos, de aproximadamente 600 kilogramos por hectárea, en Argentina y Chile cosechan 10 veces más. Bolivia aún carece de industrias competitivas en fertilizantes e insecticidas. De acuerdo con J. Calvo, “Bolivia no puede competir con precios”. Asimismo, el Ministerio de Producción y Microempresa de entonces anunció, el 21 de agosto de 2007, la importación de hasta 50.000 toneladas de harina.
De acuerdo con Kansas Wheat, los productores nacionales producen anualmente 200.000 toneladas de trigo nacional, que lo consumen en sus áreas de producción, dejando el porcentaje restante de demanda efectiva de trigo y harina en las 600.000 TM a favor de importaciones de Argentina, incluso Paraguay, que reciben trato arancelario preferencial de 10% mediante Mercosur. Cuando Argentina en 2012 cerró su frontera incluso a Bolivia, que no recibió ni un “gramo” de trigo o harina con “Precio Solidario”, como resultado, según Kansas Wheat, “la empresa pública nacional, Emapa (Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos) compró todas sus necesidades de trigo para el 2013 y 2014 de Estados Unidos de Norteamérica por un total estimado en 360.000 TM o toneladas métricas de trigo rojo duro de invierno (HRW) que se embarcó desde el Golfo de México a Bolivia”.
Los Tiempos del 21 de febrero pasado informó que “desde 2015 a 2016 creció 13 veces la importación de trigo, de 6.244.659 kilogramos a 114.142.206 kilogramos y la de harina subió de 214.529.599 Kg. a 260.781.762 Kg., con un incremento de 22% en el mismo periodo”. No obstante, la investigación demuestra que es erróneo usar el año 2015 como base de comparación para la importación de trigo, por que históricamente de acuerdo con el INE/Udapro, se comprueba que en 2006 Bolivia solamente importó 130.830,28 TM y en 2016 importó 115.291,71 TM. Con cifras de volúmenes mayores en la secuencia de años anteriores.
Es importante hacer énfasis en la importación de trigo solamente al margen de la importación de harina, que viene a Bolivia con valor agregado extranjero, disminuyendo oportunidades de empleo doméstico. En consecuencia es importante hacer énfasis en el consumo nacional de trigo y el consumo nacional de trigo per cápita, que de acuerdo con un gráfico adjunto fue de 70.9 kg per cápita el 2006 y de 72.5 Kg per cápita el 2013 según INE/Udapro.
De acuerdo con una nota de Los Tiempos, “en 2016 Bolivia importó de Estados Unidos 74.7 millones de kilogramos frente a 5.4 millones de ese mismo origen en 2015 y el segundo país de donde más trigo se importó fue Argentina”. Según Jaime Hernández de Anapo, Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo: “El consumo interno de trigo es 700 mil toneladas, de las cuales 452 mil toneladas son importadas”.
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