II
De acuerdo con Gary Rodríguez, gerente del IBCE, “la inmensa capacidad agro productiva continúa fuertemente subutilizada. Ahora no solo importamos trigo y harina de trigo, sino también altos volúmenes de arroz y maíz, cuyas importaciones a noviembre de 2016 fueron de US $125 millones”.
El análisis de dos variables económicas, como el PIB y el consumo de pan, son pertinentes en la coyuntura. El PIB, principal indicador macroeconómico de la producción e ingreso del país y el pan, principal producto de la canasta básica alimentaria. Según cifras oficiales, el PIB per cápita evolucionó de manera creciente desde USD 1,223 en 2006 a USD 3,094 en 2014, siendo este año su punto de inflexión, cuando alcanzó su máximo, dado que en 2015 se registra USD 3,048.
Este perfil evolutivo se corrobora con las cifras del PIB trimestral en millones de bolivianos corrientes, reportados por el órgano oficial (INE), cuyo gráfico refleja que el ciclo de la economía boliviana ya muestra síntomas de reversión, cuando el PIB trimestral alcanzó su punto de inflexión máximo en 2015 y registra contracción a partir de 2016.
El adelanto en la contracción del PIB per cápita se explica por la tasa media de crecimiento anual de la población, que según el último Censo Nacional de Población y Vivienda de 2012 asciende a 1,7%, mientras que el PIB nominal anual entre 2014 y 2015 se mantuvo invariante en 228 mil millones de bolivianos para ambos años. Estos dos hechos permiten afirmar que el PIB en términos per cápita descendió en valor desde 2015 y se estima y proyecta que, con cifras a junio de 2016, descendió a USD 2,281 el pasado año.
En consecuencia, los datos presentados muestran que para lograr una independencia y soberanía alimentaria nacional será menester incrementar la producción nacional de trigo y disminuir nuestra dependencia en los crecientes volúmenes de harina importada y de otros alimentos de la canasta familiar como la papa, otras verduras, fruta, de vecinos como Perú o Chile que nos abastecen de tubérculos o fruta como uva, manzanas o chirimoyas. Por varias décadas las políticas de planificación estratégica a nivel ministerial han fracasado, incluyendo la respectiva planificación ministerial para también prever la creciente escasez de agua.
De acuerdo con una nota de EL DIARIO de 15 de febrero pasado, titulada “Inseguridad alimentaria cada vez más cerca”, “Según la fundación Jubileo en los 10 últimos años el Estado compró alimentos por $ 5.317 millones de dólares, para importar productos de países vecinos y otros continentes. El Estado boliviano estuvo importando alimentos a razón de $500 millones de dólares anuales. Efectivamente en el año 2015 el Estado importó casi $610 millones de dólares, mientras el año pasado importó $ 622 millones de dólares”. Espero que con adecuada planificación estratégica y políticas acertadas esta situación mejore.
En Latinoamérica, el mayor éxito de planificación gubernamental hacia mayor soberanía alimentaria lo tiene Brasil con la plausible y masiva ejecución estratégica agroindustrial del Cerrado, ejecutada consistentemente por sucesivos gobiernos militares y civiles desde los años sesenta. Hoy Brasil exporta y se autoabastece con 70% de su demanda de carne vacuna. Es autosuficiente en granos como el maíz, arroz y es el segundo exportador mundial de soya.
El autor es ex Presidente del Banco Central de Bolivia, Experto internacional en marketing industrial.
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