Marcelo Arduz Ruiz
De acuerdo con la tradición cristiana, el primer viñatero de la humanidad fue Noé, quien luego de colectar en el Arca los frutos de la vid los hizo fermentar por medios naturales, para seguidamente saborear la bebida que más adelante sería conocida como elixir de los dioses…
Los hebreos en el Sinaí no vieron vides, pero en la Tierra prometida las hallaron en el valle de Escol y colgando la rama más grande en una percha bautizaron el lugar como Askelot (racimo). Así las viñas convertidas en riqueza fueron cercadas a fin de evitar saqueos, utilizando una parte de la cosecha para alimento en fruta fresca o pasas, y todo lo demás se lo destinaba a la elaboración del vino y el comercio.
Durante la temporada de la vendimia estaba permitido servirse algunos racimos en chacra ajena, aunque bajo ningún pretexto recogerlos en una cesta. Tampoco en plena cosecha se retrocedía para recoger frutos rezagados por estar destinados al consumo de los pobres y extranjeros.
En términos generales la viñas representan a los hombres y su obra; pues la nominación de “viñas del Señor” se interpretaba cual alegoría para referirse a los cuidados que Dios dispensaba a su pueblo, y por otro lado, los frutos malos y venenosos correspondían a pueblos degenerados como los que Jeremías viera en el castigo de Sodoma y Gomorra.
En la mitología occidental el descubridor de los secretos del vino es Baco, quien al tropezar un día con una plantita de leves brotes que le cayó en gracia la protegió dentro de un huesito de pajarillo y al crecer la trasladó a un hueso de león, y resultando éste insuficiente la traspasó al fémur de un mulo.
Luego de extraer el zumo de las uvas, advirtió que el licor conservaba la alegría, fuerza y estupidez de los seres cuyos huesos habían cobijado antes a la planta, al experimentarse primero la dicha de un ave canora; luego la fuerza y astucia de un león; y finalmente si se llega a abusar de la bebida se adquiere el embrutecimiento de un jumento.
Se cuenta que Alejandro el grande en sus guerras de conquista, a su paso por Afganistán subió con todo su ejército a la cima de una montaña cubierta de viñedos, donde sus soldados coronados de hiedra y pámpanos bailaron y entonaron loas al vino, permaneciendo durante diez días continuos en aquella montaña.
La divinidad en sus inicios estuvo ligada a la vegetación, asociada más tarde al vino al enseñar la vendimia y la fabricación de la bebida divina a los simples mortales. Entre griegos y romanos fue una de las deidades más importantes, pues con sus ejércitos formados por hiedras, ninfas y panes, sin más armas que el vino augural derrotó a la rebelión de los titanes y gigantes que al verse embriagados creyeron haber sido envenenados.
Durante la vendimia, en ese tiempo se permitía entrar en viña ajena para servirse algunos racimos, aunque nunca se permitía recogerlos en una cesta. En remotos tiempos las más famosas fiestas en su honor fueron las llamadas Bacanales, cuando las vestales semidesnudas y coronadas de flores, corrían extasiadas bailando y entonando loas a Baco entre los carruajes que repartían uva y vino, pero pronto se degradaron dando origen a los carnavales en la actualidad.
De igual manera, se puede afirmar que la fiesta de Comadres se inicia por ese tiempo, en la exaltación de los misterios de Eleusis ligados a los ciclos de la vida, la muerte y resurrección de la naturaleza, cuando las vestales encargadas de celebrarlos juraban jamás revelar sus secretos, incluso bajo pena de muerte, por ser éste un culto exclusivo de mujeres y para mujeres.
En la actualidad, al sur de la república, entre los viñedos regados a orillas del cantarino Guadalquivir, poco después de carnavales y comadres se celebra la famosa fiesta de la Vendimia, cuya fecha en el presente año ha sido fijada para el 18 y 19 de marzo.
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