A tiempo de aprobar la ampliación legal de cultivos de coca de 12.000 a 22.000 hectáreas, los responsables del gobierno al parecer no han considerado que la demanda de la hoja por dicha industrialización provocará la necesidad de mayor producción en las grandes regiones cocaleras del país: Yungas de La Paz y Chapare de Cochabamba. Esa “decisión” fue calificada por el ministro de Desarrollo Rural, César Cocarico, como “solución política”, sin tomar en cuenta que más se trata de una solución económica.
Esa simple ecuación aritmética, que indica que a mayor demanda deberá producirse inevitablemente mayor producción, no fue tomada en cuenta por las autoridades que prepararon la Ley de la coca, recién promulgada por el presidente Evo Morales Aima. Por consiguiente, la proyectada “industrialización” de la hoja de coca, aparte de haberse aumentado por vía legal la posibilidad de subir la producción de 12.000 a 22.000 hectáreas (vale decir 50 mil catos), solo servirá para que los agricultores indígenas, al tener mayor mercado de consumo, se esmeren mucho más en aumentar las áreas cultivadas, inclusive por más de las legalizadas.
El gobierno, en esa forma, está aplicando con intensidad la ley económica ultraliberal de la libre oferta y demanda, que determina que a mayor demanda se deberá producir mayor producción y, así, en vez de frenar los cultivos de la hoja, lo que está haciendo es incrementarlos, no solo en cantidad sino en calidad. En efecto, los cocaleros de Yungas de La Paz producirán dos y medio toneladas de coca y los del Chapare, más de tres por hectárea.
En realidad, es ilusoria la posibilidad de que en el país y mucho menos en el exterior, aumente la masticación de la coca. Por el contrario, con la creciente urbanización de las poblaciones rurales, en particular del occidente del país, tal costumbre no crecerá, más bien la tendencia es dejar de lado esta costumbre.
Esto se puede percibir en los mercados y, en especial, en los sectores populares, donde es muy ocasional que alguien se siente en la acera de la calle para ponerse a masticar. Los que actualmente sostienen la costumbre de masticar son los albañiles y los choferes que trabajan en la noche, porque dicen que los mantiene despiertos.
Por tanto, en vez de crecer la masticación de la coca seguirá en constante caída, como ha estado sucediendo en los últimos tiempos. Lo cierto es que la disposición del Gobierno, de aumentar la producción de coca, será un estimulante para elaborar más cocaína. Esto es lo real, lo demás es caer en el error o en la tolerancia con la droga.
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