Luis Asturizaga Salmón
Los bolivianos nunca olvidaremos el despojo que infringió Chile a nuestro país, aprovechando las circunstancias para realizar el asalto a Antofagasta el 14 de febrero de 1879, precisamente cuando Bolivia festejaba el carnaval y no sospechaba que nuestro vecino se apoderaría de las costas marítimas con las que nacimos a la vida independiente.
Desde esa fecha los bolivianos jamás descansaremos hasta que Chile devuelva territorio marítimo en el Pacífico, porque somos dueños legítimos de esa heredad patria.
Los bolivianos nos hemos cansado de hacer entender al país vecino que el mejor tribunal para considerar este tema, es el tribunal de la verdad, porque la justicia y el derecho asisten a Bolivia.
Desde el infausto asalto a nuestra heredad marítima, mucho se ha escrito y con razón se afirma que Chile, aprovechando que Bolivia era un país desarmado, porque no necesitaba agredir a otra nación, la invadió despojándole de rico territorio marítimo. Ningún tribunal puede negar el asalto a Bolivia, daño que solo puede ser reparado por un tribunal que se base en el puro derecho y la justicia.
Al respecto y como este problema está siendo estudiado por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, a la que nuestro país ha recurrido porque la justicia y el derecho están de su lado, se espera que se pronuncie a favor de Bolivia, porque de otra manera no sería un tribunal de justicia, sino de injusticia.
Bolivia espera que ese tribunal, al que se le otorga mucho prestigio en cuestión de derecho, se pronuncie en el plazo establecido, sobre la razón que le asiste a nuestro país y se le restituya su territorio marítimo, del que es legítimo dueño.
Estamos en el mes de la injusticia, porque un 23 de marzo se consolidó la agresión a Bolivia por parte de Chile, país que se había preparado con toda su fuerza para apoderarse de poblaciones como Antofagasta, Tocopilla, Mejillones, Taltal, Calama, etc., cometiendo un acto de lesa humanidad contra nuestro país.
Para concluir, con fervoroso espíritu patriótico, en mi calidad de ex oficial de la Fuerza Naval, ahora Armada Boliviana, quiero recordar un hecho que llevo en lo más profundo de mi corazón. Es la travesía que realizó una delegación de la Fuerza Naval por el majestuoso océano Atlántico, hace más de 30 años, durante la comandancia del almirante Miguel Álvarez Delgado que, con ese espíritu marítimo que tiene, estuvo al mando del buque “Libertador Simón Bolívar”, gentilmente donado por la hermana República de Venezuela, como adhesión a la causa marítima de nuestro país.
Dicha travesía comenzó en puerto Rosario, Argentina, hasta territorio de Venezuela, hecho que concitó la simpatía de los habitantes de puertos y ciudades del Atlántico. Tanto es así que en todos los países por los que pasamos recibimos aplausos y muestras de simpatía por la causa marítima boliviana. Ese fue el motivo del orgullo más grande de mi vida, por haber sido partícipe de esa travesía, porque el mundo es ancho y ajeno y el mar es de todos los pueblos.
Espero que Bolivia retorne a ese mar que nos corresponde por derecho y recuperarlo es un deber, porque no hay mal que dure 100 años y tarde o temprano volveremos a lo que es nuestro.
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