La noticia de perfil
Contagiada del sentimiento boliviano de retornar al mar Pacífico con soberanía, mi corresponsal en Palacio Real de la plaza Murillo empezó por atribuir al Presidente Vitalicio como el abanderado de tan noble aspiración, lo que me obligó a poner las cosas en su lugar, reconociendo que él utilizó su momento para demandar a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, lo cual ni le quita ni le aumenta méritos porque por algo preside el Estado Plurinacional y Folklórico desde hace once años.
No siendo su fuerte el conocimiento pormenorizado de nuestra Historia, me preguntó quién era Eduardo Abaroa y qué había dicho antes de ser victimado por los chilenos invasores; aproveché del momento para decirle que el mencionado héroe era una ciudadano común y corriente que afrontó la muerte con la naturalidad de los grandes hombres, pues encarándose a los enemigos lanzó su grito histórico y sublime: “¿rendirme yo?, ¡que se rinda su abuela… carajo!”.
Al escuchar de mis labios siempre moderados la interjección, ella se sorprendió, preguntándome si la frase del héroe es enseñada a nuestros niños con esa palabra tan fuerte, respondiéndole con seguridad que sí, lo cual ruborizó la tez morena de la cholita cochabambina nacida en Quillacollo, donde las mujeres son más púdicas en su hablar.
La novel periodista me preguntó si yo lanzaba carajazos cuando estoy irritado o cuando quiero mostrarme tal como soy al describir situaciones extremas, a lo que respondí: más vale un carajazo a tiempo que mil razones expresadas con delicadeza, tal cual sucedió en ese momento que no tiene parangón en nuestra Historia, donde los patriotas de fachada predican: “más vale una retirada a tiempo que una derrota vergonzosa”, que posiblemente sea pronunciada por los falsos héroes de nuestra política actual, donde la valentía de algunos sólo es demostrada cuando pelean con una mujer.
Iba a dar por concluida esta columna, cuando la púdica cholita me dijo “parece que ahora los carajazos solo sirven para ocasiones muy contadas, que en el vocabulario de la actualidad se llaman “ampliados”, “cumbres” y “asambleas”, cuando se juntan los íntimos del poder con las organizaciones sociales, de las cuales participa el vicepresidente Álvaro García Linera o el exministro de la presidencia Juan Ramón Quintana, quienes no gustan de carajear en público, pero lo hacen cuando no los escucha la prensa.
Al grito de “¿rendirme yo?, ¡que se rinda su abuela… carajo!”, nos comprometimos Macacha y yo a desmentir la maniobra de algunos militares que, tardíamente, tratan de darle un grado militar al mayor de nuestros héroes civiles.
Eso sería todo, carajo.
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