Esta semana se han realizado diversos actos cívicos, recordando la pérdida de nuestra costa y mar territorial, que en 1879 fue asaltado por fuerzas militares del vecino Chile, en procura de hacerse de las extraordinarias riquezas naturales como: guano, salitre, cobre, plata, etc., que contiene ese territorio y que ha significado y aún significa el “salario de Chile”, como lo manifestó un presidente de ese país.
El problema limítrofe con Chile comenzó en 1842, cuando el entonces presidente de esa república, Manuel Bulnes, anoticiado por una comisión expresa que había enviado desde Coquimbo hasta Mejillones, de las riquezas de Atacama, hizo aprobar una ley por el Congreso chileno que declaraba: “Propiedad nacional a las guaneras de Coquimbo, del desierto de Atacama y de las islas adyacentes”, es decir anexando al territorio de ese país, la provincia boliviana de Atacama.
Desde 1842 Chile fue usurpando territorio boliviano, pues desde el paralelo 27 grados subió al 24 (Protocolo Corral-Lindsay de 5 de diciembre de 1872), hasta apropiarse de todo el territorio costero y marítimo boliviano.
Desde aquella infausta fecha de la invasión armada chilena, han sido varias las ofertas de Chile de solucionar el enclaustramiento boliviano, pero nunca se efectivizaron, no obstante que hasta la Organización de Estados Americanos (OEA), se pronunció más de una vez, en apoyo de la demanda reivindicatoria boliviana.
No cabe duda que si hay un tema que une a todos los bolivianos, es el del enclaustramiento y privación de salida soberana al mar, con el que nacimos como República luego de sacudirnos de la colonia de España, siguiendo el principio del “uti possidetis juris” en 1825, es decir que era parte de la nueva República de Bolívar y luego Bolivia, aquel que poseíamos en ese tiempo, como lo fue el litoral.
El gobierno del régimen del cambio ha utilizado en esta fecha de recordación de la pérdida de nuestro litoral sobre el océano Pacífico, el lema de “el mar nos une”, pero a su vez el mismo régimen, siguiendo los dictados del populismo “chavista”, desde que llegó al poder político, no se cansa de sembrar discordia y división entre nuestros compatriotas, con el discurso del anti imperialismo, anti capitalismo, anti neoliberalismo, y los epítetos de: derechistas, neoliberales, pro imperialistas, vende patrias y otros a los que no siguen o critican las políticas de gobierno y que hoy seguramente son la mayoría del pueblo.
También uno de los factores de la división y desunión entre bolivianos, es que el poder político se ha concentrado en una sola persona, elevada a la categoría de cuasi “ser divino”, y como sentencia la ciencia política, donde hay poder (peor si es excesivo) hay resistencia al mismo; de tal manera que la persona del caudillo como principio y fin del régimen, ha alineado a los opositores y críticos al régimen, en una posición anti personal del caudillo, o estás con Evo o estás contra él. El presidente de una sociedad organizada en Estado es o debería ser el presidente de todos los individuos que viven en el territorio del Estado, es el primer ciudadano elegido por voto y no puede considerarse presidente de sólo una parte de la población, los que siguen sus políticas de gobierno y menos de sólo los de su partido.
También una de las obligaciones de todo gobernante es la de fortalecer la Nación, en este caso la Nación boliviana, en la que todos los nacidos en nuestro territorio tengan un fuerte vínculo de pertenencia con la patria, pero habernos dividido en 36 naciones, con sus propios idiomas, territorio y autogobierno, como dice la Constitución Política del Estado, es un factor de desunión.
No olvidemos que la unidad de los individuos fortalece cualesquier institución, acción o emprendimiento, y mucho más si se consigue el consenso y adhesión de los ciudadanos en torno a las políticas de gobierno y de Estado.
Todos los bolivianos, sin distingos de origen étnico, ideológico, partidista, de región o cualquier otra característica, estamos unidos en torno al tema de la reivindicación de nuestro acceso al mar y las cinco generaciones que han nacido en este bendito territorio nuestro y las que vendrán, seguirán reclamando un derecho que es nuestro, hasta su solución.
El autor es abogado y politólogo.
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