Una noticia que causó asombro a la opinión pública es que Bolivia está importando grandes cantidades de carne de Brasil para abastecimiento y alimentación del pueblo, noticia más asombrosa desde el momento en que esferas del gobierno anuncian con bombos y platillos que hemos llegado a subir la producción agropecuaria al punto de alcanzar la “seguridad alimentaria”.
La información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca que Bolivia importó, el año 2016, de Brasil 198.733 kilos de carne de res congelada, de pollo entero fresco, de pollo entero congelado, trazos y despojos de pollo congelados y tocinos y grasas de cerdo. El valor total de esas importaciones alcanza a 1 millón cien mil dólares. Solo en carne de res se importó 441.328 dólares, durante el año pasado.
Al mismo tiempo, la información del INE asevera que gran parte de esas importaciones están dirigidas al consumo de la población de Santa Cruz, aunque también llega a las regiones interandinas, Para completar ese asombro, el INE informó que esas importaciones se realizaron ¡con autorización de la Empresa de apoyo a la producción (EMAPA)!
La noticia causa mayor perplejidad a partir del momento en que medios oficiales, en particular el Ministerio de Desarrollo Rural, aseguró que se había avanzado en la producción de carne y cuando la Federación de ganaderos de Santa Cruz informó que los ganaderos tenían excedentes de 15.000 toneladas para exportación.
Una nueva información vino a agravar esa noticia de que Bolivia importa carne de Brasil, cuando se reveló que productores de carne de Brasil adulteraban el producto para exportación a Europa y países de América Latina y Asia, denuncia que hizo que varios gobiernos decidieran suspender las importaciones de este alimento. La denuncia especificó que los empresarios brasileños maquillaban los cortes en mal estado para su venta y exportación. En efecto, tan alarmante revelación hizo que 28 países del bloque europeo bloquearan a cuatro frigoríficos.
El escándalo alcanzó proporciones internacionales porque también significó que grandes sectores humanos estaban consumiendo carnes en mal estado, lo cual, naturalmente, producía efectos en la salud. Al mismo tiempo, se destacó que la población boliviana sería víctima de ese tipo de alimento adulterado, hecho que fue subestimado por autoridades nacionales, mientras se continúa importando productos cárnicos que hacen competencia desleal y conducen a la ruina a la producción nacional.
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