Para concluir este brevísimo comentario sobre el extraordinario libro: “El desarrollo visto desde el Sur”, de mi estimado colega y amigo de la ABCE, Rolando Morales Anaya, me referiré al capítulo que lleva el título de esta nota.
Es un capítulo muy importante porque sintetiza los argumentos que Rolando usa para hacer propuestas de la forma en que los países en desarrollo deberían encarar esta importante tarea.
Trata de los componentes de la política de desarrollo: i) inducción social y política, ii) mejoramiento de las instituciones, iii) ambiente macroeconómico y mercado, iv) aumento de los rendimientos de los factores de producción, v) sinergia de las acciones públicas y privadas.
En el primer componente se pone énfasis en la necesidad de consensos entre la sociedad civil y el capital social. Su punto de vista es “uno de los grandes problemas, es como fortalecer la cohesión y el capital social, pues las experiencias de política al respecto son pocas”. ¿Pero es esto evidente? ¿Acaso la sociedad no se organiza a través de una forma de organización que determina una forma de Estado? Tenemos monarquías, estados federales, repúblicas y una novedad en la Historia: un estado plurinacional.
En el segundo componente se plantea la necesidad de mejoramiento de las instituciones. Aquí el punto de vista es que “el sector público no es el único responsable de promover el desarrollo, pues también es una responsabilidad de todos los ciudadanos y de las instituciones civiles”. Nuevamente me pregunto ¿es cierto? La sociedad civil está preocupada por sus tareas de supervivencia, de trabajo, de educación y es el conjunto de instituciones que se crea, como entidades públicas, las encargadas de ofrecer los otros servicios que demanda el conjunto de la ciudadanía. Si éstas últimas fallan es un problema de que la institucionalidad está fallando y es necesario corregir esas fallas.
El tercer componente, sin duda, corresponde a las definiciones internas de política del funcionamiento de los mercados interno y externo. El primero claramente depende de la disponibilidad de producción y de la infraestructura de transporte para conectar productores con consumidores y el segundo de las posibilidades de competitividad de la producción nacional con la externa, la cual a su vez depende de las condiciones de intercambio, libres o sujetas a negociaciones.
El cuarto componente claramente está relacionado con el cambio tecnológico en todas las áreas del quehacer productivo. Como muy claramente ejemplifica el autor, nuestro bajo desarrollo tecnológico en todos los ámbitos y particularmente en el sector agropecuario, dificulta un desarrollo mayor, por lo tanto es un componente al cual las políticas nacionales debieran prestarle mayor atención.
El quinto componente supone, como lo enfatiza el autor en otros capítulos, una mayor coordinación entre los ámbitos público y privado, para lograr orientar las líneas de acción privada con mayor énfasis en ciertas áreas que acelerarían el desarrollo y, de igual manera, las del sector público.
Todo lo anterior sin duda es de enorme valor para definir las acciones del país hacia ese objetivo al cual apunta el libro: un desarrollo nacional más acelerado y eficaz.
Un punto de vista final del que escribe estas líneas. El desarrollo claramente es el resultado de un modelo político de organización del Estado. Ejemplos: USA, un gobierno federal de los más exitosos. Gran Bretaña, una monarquía igualmente exitosa durante siglos. China, un gobierno central fuerte que ha permitido en los últimos años el desarrollo capitalista exitoso que empieza a devorar otros países.
En todos esos ejemplos qué es lo que predomina, una institucionalidad que se respeta, leyes que durante siglos se mantienen invariables y respetadas. El caso nuestro es simplemente patético, una institucionalidad permanentemente erosionada, donde el primero en incumplirlas es el Gobierno. Este es el punto central de reflexión.
Para finalizar esta serie. Sugiero a todos mis lectores comprar, leer y releer este importante trabajo de investigación.
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