Las experiencias sufridas por el país en los últimos once años, muestran muchos hechos contrarios al bien común y, en repetición de lo ocurrido en algunos gobiernos desde la fundación de nuestra República, parecería que en cada ocasión han empeorado las condiciones negativas de conducta en quienes asumieron funciones de poder que, en todo caso, debió ser en servicio del país y no medio para servirse de él.
La soberbia y el libertinaje se han encargado, persistentemente, de destruir todo sano propósito y obstruir conductas benéficas para la nación. La creencia de que la soberbia debe ser parte del uso del poder político, económico y social del país ha determinado que reine el libertinaje destruyendo los sanos principios y fundamentos de las libertades.
Cuantas veces se ha tenido que lamentar la presencia de caudillos que pretendiendo ser líderes y por tener condiciones sólo para el libertinaje han conculcado todo lo bueno que podían haber realizado en aras del bien común. Políticos que han asumido los poderes de la nación, sea por ignorancia, petulancia, orgullo y nomeimportismo, han pisoteado sus propias virtudes y valores, han contribuido a que los males generales se agraven, han fomentado divisiones y discordias en la comunidad, han usufructuado deshonestamente de los bienes del país y han sembrado condiciones para la división que ha conculcado todo bien.
Cuánto pudo hacerse, en este y otros gobiernos, si sus integrantes hubiesen tomado los caminos de concordia, unidad, humildad y decencia; cuánto habría desarrollado y progresado el pueblo con gobiernos constructivos que dediquen vocación, amor y conciencia al servicio de una comunidad que esperaba mucho, que fue defraudada permanentemente. Cuánto se ha sufrido por conductas contrarias que sólo han sabido de sistemas para enriquecerse y adquirir más poder. Las libertades, los mayores bienes que se han conquistado en muchos años, han sido violentadas en aras de creer que solamente el gobierno y sus aliados partidarios tienen derecho a ellas.
Aún vivimos tiempo de grave crisis económica porque solamente estuvimos atenidos a la producción extractiva de minerales y gas, olvidando la existencia de rubros que merecían ser explotados mediante un trabajo eficaz y eficiente luego de inversiones debidamente planificadas hasta conseguir producción que cubra las necesidades internas y para la exportación; pero, por más intenciones que se anunció a nivel oficial y de los empresarios privados muy poco se hizo; en otras palabras, no hubo conciencia de país para invertir eficiente y responsablemente con propósitos de generar riqueza y crear empleo.
La costumbre de ser dependientes de ayudas externas, préstamos y una especie de hinchazón de los déficits fiscales, nos han tenido atados a la dependencia. Esperamos siempre la acción de organismos internacionales y de crédito como el Banco Mundial, el FMI, el BID o la CAF no obstante estar ya excesivamente endeudados con ellos. Lo lamentable es que muchas veces el gobierno prefiere contraer préstamos con la banca privada así sea pagando altos intereses y con plazos cortos; en fin, son “políticas financieras” incomprensibles, pero que, en todo caso, tendrían explicación porque deviene de todo ello intereses de partido o personales que casi siempre están lejanos de las conveniencias del país.
Permanentemente lamentamos estas situaciones, pero queda la esperanza de que algún día, sea los que tienen poder o lo tengan quienes esperan demostrar lo que son y saben, entiendan que sin honradez y responsabilidad poco o nada se puede hacer y cambien conductas en aras de un progreso armónico y sostenido. Queda, pues, la esperanza de cambios, pero no los “cambios” a los que ya estamos acostumbrados y que no han beneficiado a la nación.
Mientras el poder no tenga noción de lo contraproducentes que son la soberbia y el libertinaje, los problemas nacionales no tendrán fin; mientras ellos no cambien efectivamente no será posible cambiar las condiciones de atraso, dependencia y pobreza del país. Se dice un poco inconscientemente, que las acciones políticas para gobernar y servir al país “cambiarán”, pero, tanta es la frustración y angustia de la colectividad nacional, que hasta las más leves esperanzas se hacen desesperanzas porque se sabe quiénes buscan seguir aprovechando los poderes de la nación por tiempo indefinido sin dar lugar a comprobar que hay, tiene que haber, políticas y políticos que efectivamente sepan de amor, servicio y tengan conciencia.
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