[Ana María Pérez Mollinedo]

Temas de la vida cotidiana

Sancionar a marchistas y bloqueadores


La Paz, Ciudad Maravilla, es la síntesis de lo que es Bolivia, con altiplanos, valles y llanos encerrados en un mismo espacio geográfico; con montañas, quebradas, planicies, hasta playas como las de Copacabana, recursos naturales cuantiosos, hídricos; flora y fauna, riquezas minerales; patrimoniales expresadas en construcciones de siglos pasados, con paisajes y belleza también de sus habitantes y estantes. Pero, ¿qué creen que somos los paceños para tener que soportar tanto?, ¿nos confunden con animales que no piensan?, ¿con robots que se mueven a control remoto? A diario sobrevivimos en medio del caos y la barbarie que ensucia las calles paceñas, con las mal llamadas marchas, por reivindicaciones de todo tipo.

El menú es variado y apesta. En estos últimos años los marchistas y bloqueadores están pisoteando la dignidad paceña y de los paceños. ¿Por qué tenemos que soportar tanto? Nos creen tontos, piensan que por ser la sede de gobierno estamos obligados a vivir en medio del desastre y la locura permanente, gracias a quienes de seguro están muy bien pagados, quizás son los nuevos ricos que tienen tiempo libre para protestar, o será gente a la que controlan, le dan fichas y la obligan a que salga a gritar en plazas, avenidas y calles, dejando salir todos sus complejos, frustraciones e ineptitudes, en las mal llamadas marchas de protesta. Sigmund Freud y José Ingenieros (para su famosa obra El Hombre Mediocre) se hubieran inspirado en medio de estas movilizaciones.

Casi todos los días cientos marchan, y los hay agresivos y vándalos, capaces de chicotear, pegar, amenazar, romper vidrios de vehículos particulares y de transporte público y también de inmuebles pintados. Entre lo peor que pudimos ver estaban “las justas demandas” de los pobladores de Achacachi, pero qué teníamos que hacer nosotros con su alcalde, al que ellos calificaban de corrupto. Todo es marcha sobre La Paz, desde Caracollo, desde el altiplano, desde sus casas, salen a las calles para molestar. Ah y no se olvidan de traer petardos y dinamita para sentirse más importantes y que se los escuche, tal vez así “salven” a la Patria los marchistas.

Sería bueno que periodistas, profesionales en psicología y otras ramas en medicina, realicen encuestas, estudios sobre este raro y detestable fenómeno social y el impacto negativo que tiene en la vida de los habitantes de la ciudad de La Paz, que vean el factor salud, el estrés, su incidencia en problemas y enfermedades mentales, nerviosas, gástricas, oftalmológicas y otras, pues con los estallidos, especialmente de dinamitas, se puede provocar el desprendimiento de córneas, humores vítreos en los ojos, especialmente en niños. Y ni qué decir del daño a los oídos. Al apagar, encender, parar y hacer partir los vehículos, estamos no solo destrozando los discos de embrague, sino estamos calentando el planeta con las emisiones de los motorizados.

Basta ya, sería bueno que el Defensor del pueblo defienda a los paceños. Instituciones cívicas, colegios de profesionales en especial de medicina, el Gobierno, alguien tendría que hacer algo, no podemos seguir permitiendo estos atropellos y que sigan pisoteando la dignidad de La Paz y los paceños, ¿acaso no se afecta al aparato productivo? ¿No hay pérdidas de tanta gente que nada bueno hace en las calles?

Qué lamentable imagen damos al resto del mundo, casi todos los días lo mismo, gente gritando, vociferando, bloqueando, echados o sentados. ¿Así queremos que nos respeten? El Gobierno debería hacer algo, y no se trata de dar gusto a todos. Que tenemos derecho a protestar, lo tenemos, pero no se puede permitir todo este abuso sobre la ciudad y habitantes. A lo mejor se debería aplicar sanciones severas como detenciones, privaciones de libertad, obligar a tener las calles libres porque La Paz, sus paceños y no paceños ya no dan más con los marchistas y bloqueadores.

E-mail: temasvc@yahoo.es

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