Es difícil comprender cómo los masistas y los miembros de la judicatura que les obedecen, no se dan cuenta de el que poder es efímero, que, sobre todo en Bolivia, dura poco. Claro que el MAS puede ufanarse, con razón, de haberse quedado en el mando más de una década, pero nadie les garantiza que éste no sea su penúltimo año de Gobierno y que luego tenga que rendir cuentas de su administración, ya que ahora, con sus dos tercios en la asamblea, todos sus ministros salen aplaudidos en vez de escuchar silbatinas.
Lo primero que el MAS tendrá que aclarar es dónde fueron a parar los más de 70 mil millones de U$ (por exportaciones entre el 2006 y el 2015) que no se pueden justificar en las obras que cada día inaugura. En escuelas, instalaciones de gas, canchas sintéticas, armas, aviones, coliseos y algunas carreteras o ingenios, no hay descargo posible. Dirán que lo han donado al pueblo en bonos para disminuir la pobreza, pero eso tampoco alcanza para cubrir el gasto de la más grande fortuna que jamás imaginó disponer la nación. Dicen que Bolivia recibió más que los 12 mil millones de U$ de la época (50 mil millones de hoy) que utilizó el Plan Marshall para reconstruir la Europa devastada por la II Guerra Mundial.
Lo segundo, lo de la justicia en Bolivia, debe ser objeto de la más intensa y minuciosa pesquisa, porque jamás como hoy se ha cometido tantos abusos en nombre de la Ley. En vez de matones con garrotes y picanas, el Gobierno ha formado verdaderas milicias judiciales, que han resultado menos sangrientas pero más malvadas. Al enemigo político no se le rompe el espinazo porque sería violar los derechos humanos, entonces se viola los derechos de otra forma, a través de lo que yo he llamado el “fiscalato”, que es lo más canalla que mente alguna puede imaginar, porque bajo cualquier acusación, el adversario incómodo es detenido “preventivamente” y puede quedarse en la cárcel durante años, eliminado políticamente.
Lo del Hotel Las Américas, con tres asesinatos cometidos por las autoridades; lo de Leopoldo Fernández y su atrabiliaria prisión y sentencia; las persecuciones a todos los gobernadores opositores al MAS, con prisión para Ernesto Suárez y Carmelo Lenz; los juicios contra Doria Medina, Tuto Quiroga, Revilla, Soledad Chapetón, y tantos otros, son inconcebibles. Y el “hambre” que le tienen al gobernador Rubén Costas, a quien desean ver entre rejas hace rato, y al que ladinamente tienen el cinismo de invitar a actos con S.E., es algo que deberán pagar.
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