América: continente de paz

Años atrás, el entonces embajador de Francia en Bolivia, Michel Pinard, afirmó a EL DIARIO, Decano de la Prensa Nacional, que: “América es un continente de paz y así habría que conservarlo”.

Aquella característica está fresca y convoca a mantener la vocación pacífica de América como riquísimo patrimonio y no destruirla bajo ninguna excusa, ni en nombre de ideologías ni de ocasionales liderazgos.

Mantener la paz en América consiste en la rigurosa observación de normas heredadas desde los siglos dieciocho y diecinueve, etapas de independencia nacional de América del Norte, Centroamérica y Sudamérica. Tres inmensos territorios en uno solo, que a lo largo de estas centurias, excluyendo sus guerras de Independencia, crecieron en paz.

No obstante, en las primeras décadas del Siglo XXI surgen mensajes negativos contra la paz, podrían ser aparentes, pero que no deben ser ignorados, por sus posibles consecuencias futuras: convertir las tres Américas en un escenario de guerra mundial.

Veamos estos indicios y con base en la prognosis, ahora rebautizada como Prospección Estratégica, asumiríamos el desarrollo de posibles condiciones políticas, ideológicas, económicas y bélicas muy peligrosas, para la preservación de la paz en nuestro continente.

ARCAÍSMO

Como una baraja de naipes, manejada sin destreza, van llegando al final del juego algunos regímenes que no quieren, bajo ninguna circunstancia, perder la partida. Gobiernos y sistemas de un populismo arcaico de fines del Siglo XX y décadas iniciales del Siglo XXI, luchan por mantener inalterable su poder.

Es un fenómeno que involucra a gobiernos dueños de los tres poderes del Estado; en principio gozan de gran apoyo popular y luego, con el devenir del tiempo, enfrentan divisiones internas. Los grupos sociales que apoyaban la gestión, se transforman en críticos descontentos y como disidentes alimentan a la oposición política adversa al régimen.

Estos gobiernos, cada vez más débiles, tratan de impedir el colapso, con proyectos de todo tipo. Establecen bloques y alianzas ideológicas más allá del poder político y del propio tiempo.

El ejemplo es el gobierno venezolano y su entorno más cercano que, a nuestro juicio, estaría a punto de precipitarse sin fuerzas, desde el último peldaño de su gobernabilidad por la supresión del Poder Legislativo.

Esto ocurre o podría acontecer en el orden interno, también en gobiernos populistas de América Latina y no sería extraño que continúe y se amplíe el malestar social y económico que actualmente golpea al populismo.

ALIANZAS ESTRATÉGICAS

No obstante, cuando el populismo deja el poder definitivamente, quedan todavía en pie alianzas internacionales que desarrollan proyectos con base en convenios oficiales, pero que ejercen a la vez fuerte presencia ideológica, económica y geopolítica.

Las alianzas estratégicas que han logrado penetrar a los gobiernos populistas están diseñadas por potencias extra continentales. Vinieron para quedarse, irónico, con o sin populistas.

RETAGUARDIA ESTRATÉGICA

La continuidad geográfica de nuestro continente -excluyendo momentáneamente fronteras- es América del Norte, América del Centro y América del Sur.

Centroamérica y Sudamérica, en términos geográficos y mucho más aún en términos de geopolítica y geoestrategia, vienen a ser, quiérase o no, en caso de conflicto, la retaguardia estratégica de Estados Unidos.

¿Hasta qué punto, una superpotencia como Estados Unidos puede ser condescendiente con las otras potencias que ya han puesto un pie en América Latina, espacio considerado secuencia territorial estratégica de América del Norte?

SOBERANÍA

Opinarán que la soberanía latinoamericana está antes que nada y que cada país es libre de relacionarse con la potencia o país que quiera. Es una verdad relativa porque, en el fondo, Latinoamérica está unida por la masa continental a Norte América y lo que podría ocurrir supuestamente en el futuro, en este inmenso espacio territorial, nos compete a quienes habitamos América, incluido Canadá y, por supuesto, también interesaría a los países aliados de la OTAN.

Alexander King y Bertrand Schneider, autores de la “Primera Revolución Mundial”, comentaron en 1991 sobre soberanía lo siguiente: “El concepto mismo de soberanía, proclamado como sacrosanto por todos los gobiernos, se halla sometido a impugnación y no sólo como resultado del desarrollo de comunidades regionales. De hecho, muchos países pequeños poseen ya muy poco control sobre sus propios asuntos como consecuencia de acciones tomadas fuera de sus territorios, tales como el establecimiento de precios de artículos básicos o de tipos de interés, o en virtud de políticas económicas modificadas para obtener financiamiento (…). El estado nacional tendrá una importancia cada vez menor”.

Para concluir este ejercicio de Prospectiva, basado en supuestos escenarios, pero útiles para ensayar lo que nos traerá el futuro, reiteramos como realidad los conceptos del embajador Michel Pinard: “América es un continente de paz y así habría que conservarlo”.

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