EL DIARIO, Tribuna del pensamiento libre

Desde la fundación de Bolivia, caudillos bárbaros y letrados, dictadores militares y civilistas tomaron el Poder del Estado, solamente impulsados por ambiciones subalternas, es decir, no haciendo otra cosa que rasgar la túnica sagrada de la Patria, olvidando, deliberadamente, el principio de que “La Patria es ara y no pedestal ni escala”.

Las jornadas independistas, forjadas con el sacrificio de miles de luchadores del campo y de las ciudades, no fueron reconocidas por políticos y gobernantes que buscaban su acomodo y ventajas para crear fortunas con el asalto a las arcas fiscales, mientras el pueblo sufría por hambre y pobreza.

Frente a tamaño despropósito, la Patria exigía nuevos libertadores, nuevas voces para edificar bienestar y justicia, para construir una nueva Patria.

Fue así que en un 5 de abril de 1904 surgió EL DIARIO, para que se constituya en una fuerza gestora, orientada a impulsar a una Bolivia digna de mejor destino, a un pueblo forzado a vivir en el oscuro túnel del infortunio.

El destino puso en este camino al ilustre patricio Dr. José Carrasco Torrico, notable intelectual de su época, para que dirigiera dicho órgano de prensa. Este notable ciudadano tenía la esperanza de que EL DIARIO pudiera ser la voz y también un baluarte de la nacionalidad, para lo cual expresó que el matutino debía ser independiente, de pleno servicio a la Patria. De él, el historiador Casto Rojas, decía: “Carrasco unas veces en la historia y en la iniciativa, otras ejerciendo el saludable contrapeso de la crítica sirvió a la Patria con abnegación de apóstol y austeridad de maestro”.

José Carrasco Torrico señaló con puntual verdad que “la prensa hace luz en las tinieblas”.

El primer editorial de EL DIARIO decía: “Independiente, absolutamente independiente. No tenemos fines políticos sino sociales. No aspiramos a otra cosa que a sostener con imparcialidad los verdaderos intereses nacionales”. Otra columna publicada en la misma edición expresaba: “Aparece este diario con el propósito de ofrecer al periodismo boliviano el contingente de esfuerzos en la común labor de la defensa de la justicia, el sostenimiento del derecho y el desarrollo de nuestras industrias”. A continuación ponía de relieve: “Esta empresa no es de lucro, ni tiene por objeto halagar la opinión buena o mala de los que con el pago de sus suscripciones contribuyen al sostenimiento del periódico, pues en tal caso, frustrados quedarían nuestros anhelos y lejos de derramar la luz de la instrucción, y el cimiento de la moralidad en la inteligencia y el corazón del pueblo, esparciríamos las densas nieblas de la corrupción que conducen a toda sociedad a una segura decadencia”.

El Dr. José Carrasco era un institucionalista ferviente, internacionalista de nota, jurista consagrado. Únese a esto su afán de estudio, su espíritu de observación. Su afán de lucha por la Patria y por su pueblo.

Posterior a su muerte, esa herencia fue recogida por la familia Carrasco hasta nuestros días.

EL DIARIO desde la recuperación de la Democracia, en la cual tuvo parte activa, tiene la fortaleza de hacer uso del poder contestatario para hacer uso de la crítica constructiva. Su línea de conducta en la vigencia de la Democracia es la lucha de asegurar las libertades de pensamiento, expresión e información en el ejercicio de los derechos ciudadanos, pero, además, trabaja para que Bolivia se constituya en un país políticamente soberano, socialmente justo y económicamente grande y próspero.

El centenario matutino desde su fundación registra propuestas e ideas para construir una Bolivia de progreso y bienestar, es responsabilidad de los gobiernos poder recogerlas para su aplicación.

Finalmente, no podemos dejar de lado nuestra visión expuesta en fecha 8/4/2010 sobre quienes también desde las páginas del DIARIO trabajan arduamente por el mejor destino de Bolivia y de su pueblo.

Esta alta escuela del periodismo ha permitido que las mil y un vigilias de sus redactores de ayer y de hoy, siempre apegados a la verdad, hayan forjado una legión de servidores por los intereses de la Patria, de las libertades de expresión, hasta hacer confiables y creíbles sus mensajes e informaciones. Qué mejor honra les puede haber deparado el destino a estos trabajadores del pensamiento libre.