El drama de nuestras fronteras es cada vez mayor y así se demuestra con lo ocurrido periódicamente en el caso con Chile: nuestras fronteras están normalmente abandonadas o, tan solamente con algo más de media docena de soldados al mando de un oficial que sufre algún castigo y ello determina que las fuerzas armadas de Chile muevan hitos fronterizos, ingresen a territorio boliviano y hagan lo que sea sin que nadie reaccione siquiera con una protesta; esta ha sido siempre una realidad que hemos vivido y tan solo por descuido de los gobiernos que no han sabido encarar con seriedad y responsabilidad el cuidado de nuestras fronteras.
Lo grave de estas situaciones es que por más denuncias que se haga, ni el gobierno ni las fuerzas armadas reaccionan y ponen remedio a un problema que data de mucho tiempo. Al respecto, la colectividad nacional se pregunta: ¿Y qué hacen las fuerzas armadas que en lugar de permanecer en las ciudades y centros muy poblados no están en las fronteras? ¿Quién o quiénes les han asignado el papel de solamente participar en desfiles y maniobras que el público debe observar? ¿Cuáles son las funciones de fuerzas armadas que insumen la mayor parte del presupuesto nacional? ¿Para qué la graduación de generales, coroneles y oficiales que no pueden o no se atreven a planificar, siquiera ocasionalmente, el cuidado de fronteras?
Hace muchos años, con miras a crear núcleos poblacionales, se instalaron algunos soldados en sitios cercanos a fronteras del sur y se informó que era con “la misión de crear núcleos que, con el tiempo, sean ocupados por la población civil con miras a lograr el desarrollo y progreso de esos sitios con el aditamento de que serían puestos militares importantes para el cuidado fronterizo”; pero, fracasados los primeros intentos, especialmente por descuido de las propias fuerzas armadas, el plan quedó suspendido con la intención de “reactivarlo en pocos meses” y que nunca pudo cumplirse. ¿Por qué no reactivar efectivamente ese plan tan interesante, provechoso y seguro para el país?
Los gobernantes de Chile, con excepción de muy pocos, se han mostrado reticentes a tratar los problemas fronterizos con Bolivia; lo han hecho con la seguridad de que ellos podrán disponer de vías libres tan solo debido al descuido boliviano, ya que solamente cuando surge algún problema mayor, reaccionan sus autoridades, pero sin llegar a acuerdos que permitan respeto y consideración por parte del gobierno chileno.
Los problemas fronterizos hay que encararlos con seriedad y responsabilidad, con vocación de país y sentido integrador; para ello, es preciso que las fuerzas armadas cumplan con las funciones para las que fueron creadas; de otro modo, ¿qué necesidad y razón hay para que existan insumiendo partidas de dinero que podrían invertirse en obras de infraestructura y que beneficien al pueblo? Mientras el gobierno no asuma realmente sus responsabilidades, seguiremos siendo víctimas de las ambiciones, los abusos y malas políticas de los gobiernos chilenos.
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