La Patria de Bolívar, herida

El Libertador Simón Bolívar nació en Caracas, Venezuela y en consecuencia su patria de nacimiento es ese hermano país, aunque su labor de liberador de naciones lo hace un personaje más allá de los límites de un país, es decir la gran figura americana.

Resulta que en la patria de nacimiento del Libertador, al conjuro de un “exabrupto” ideológico, como es el socialismo del Siglo XXI, patentado por el caudillo militar Hugo Chávez Frías, se ha instalado en el poder político de esa hermana república un régimen autoritario y corrupto que ha llevado a ese rico país a un estado de crisis de tal magnitud que internacionalmente se habla de una crisis humanitaria, pues en la sociedad venezolana la población carece de los más importantes productos alimenticios y sanitarios o, peor aún, de todo.

El señor Chávez Frías, que en un principio fue visto con simpatía por los latinoamericanos, en especial por su discurso nacionalista americanista, pronto mostró su verdadera faz, de ser un populista de ideas y conducta extremista, que con los recursos generados por los altos precios de los hidrocarburos, influyó para que en otros países del área se instalen regímenes del mismo corte populista.

El despilfarro a manos llenas de los recursos públicos del pueblo venezolano, acabó con la estabilidad financiera y el autoritarismo hegemónico en lo político llenó las cárceles de opositores a su régimen. Al fin fue derrotado por la “parca” y dejó de heredero a un individuo de escasos conocimientos, que acabó la tarea de liquidar el bienestar del pueblo venezolano.

El heredero del “chavismo” en Venezuela hace gala de soberbia y prepotencia, encarcelando a dirigentes sociales que divergen con sus posturas, por una justicia controlada por el régimen, así como el control político de todos los órganos públicos, con excepción del Órgano Legislativo que, con el voto mayoritario de la población, es de mayoría opositora.

El ex conductor de vehículos públicos llegó al poder con serias dudas de legitimidad por el fraude electoral, que es uno de los mecanismos de los regímenes populistas para ganar elecciones y perpetuarse en el poder.

Para superar su situación de carencias e inseguridades, el pueblo venezolano votó mayoritariamente por los candidatos de oposición, dando al Legislativo una aplastante mayoría, a la cual el despotismo del régimen pretende liquidar con medidas tomadas por el Órgano Judicial, controlado por el gobierno, de tal suerte que en una lamentable disposición, el mismo Órgano Judicial asume para sí las facultades que la Constitución le otorga al Órgano Legislativo. En buenas cuentas, un golpe contra lo poco de democracia que quedaba en el hermano país, medida que ha sido repudiada por gobiernos y personalidades demócratas, con excepción de los regímenes populistas de Nicaragua y Bolivia, que siguen el derrotero “chavista” hacia el precipicio.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, pretende aplicar las sanciones estipuladas en la Carta Democrática Interamericana, suscrita por los países miembros de ese organismo, y por supuesto Venezuela, que por los principios del Derecho Internacional tiene superioridad ante las leyes internas de los Estados suscribientes.

Los Arts. 17 al 21 de la Carta Democrática norman la situación de ruptura del orden constitucional democrático, facultando al Consejo Permanente para adoptar decisiones para la preservación democrática y finalmente suspender al Estado infractor su derecho de participación en la OEA.

La conducta del Secretario General de la OEA está enmarcada en la normativa de la Carta Democrática, y no obstante las posturas pusilánimes de algunos gobiernos en una conducta de “complicidad hipócrita” y de otros (muy pocos) de solidarizarse con la dictadura del régimen populista en Venezuela, la conciencia democrática de los pueblos indoamericanos censura al régimen de Nicolás Maduro por sus excesos autoritarios. El grande Bolívar sentenció: “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes, es un país esclavo”.

El autor es abogado y politólogo.