El qué y el cómo

Muchos problemas en las relaciones sociales, laborales y hasta políticas se deben a falencias en la comunicación. Generalmente sólo nos preocupamos de qué vamos a decir y no de cómo lo vamos a decir. El qué (contenido) es muy importante, pero el cómo (forma) es determinante.

Podemos motivar o desanimar, inspirar o desmoralizar. Podemos unir o desunir, crear armonía o caos. Podemos persuadir sutilmente o provocar resistencia. Todo depende de cómo nos comunicamos con los demás. A modo de ejemplo, comparto con ustedes la siguiente historia.

Cuentan que un rey despertó asustado porque soñó que todos sus dientes se le habían caído. Mandó llamar a un experto para que le diga cuál era el significado del sueño.

“Oh, mi señor, qué tragedia”, dijo el intérprete, “el sueño significa que todos vuestros parientes van a morir”.

“Cómo te atreves a decirme eso, denle cien latigazos y échenlo de mi palacio”, exclamó el rey bastante enfadado, a tiempo de ordenar que venga otro experto en sueños.

El segundo intérprete, luego de escuchar el relato del rey le dijo: “Oh, mi rey, adorados sean los dioses, el sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes”.

El rey, visiblemente contento, ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando el humilde hombre salía del palacio contando sus monedas, se topó con un criado que le dijo algo molesto: “no lo entiendo, al primer intérprete le dieron cien latigazos y a ti te han premiado con cien monedas de oro, pero básicamente le has dicho al rey lo mismo. No me parece justo”.

El segundo intérprete, con una sonrisa burlona dijo: “recuerda, amigo, que todo depende de cómo decir las cosas”.

(*) Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.

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