En pocos meses más, se cumplirá un año de la grave crisis del agua que ha causado mucho sufrimiento a la ciudad de La Paz y tuvo contornos de gravedad en muchos departamentos. Lo grave es que en el tiempo transcurrido no se ha adoptado medidas para solucionar en el mediano y largo plazo este drama que tiende a agudizarse una vez que haya pasado la época de lluvias.
El gobierno tan solo anunció el “bombardeo” de nubes cuando empezó a llover, un fenómeno que durará hasta finales de marzo o primeras semanas de abril. Queda la preocupación sobre lo que ocurrirá a partir de abril hasta el mes de noviembre del presente año ante la imprevisión demostrada no solamente por alcaldías y gobernaciones sino, muy especialmente, por parte del gobierno. Entre abril y noviembre no hay lluvias y se cree, ilusamente, que “el actual llenado de represas alcanzará para los próximos meses”.
Ante el despilfarro de agua que se hace desde hace un mes, especialmente por parte de personas que lavan vehículos, limpian aceras y calles con el uso de mangueras, riegan jardines públicos y utilizan el líquido para cualquier labor de limpieza, no hay previsión alguna porque Epsas permite ese uso discrecional atenido seguramente al iluso anuncio de que “están llenas las represas”; un llenado que irá disminuyendo en pocas semanas hasta quedar nuevamente secas.
El gobierno anunció “importantes inversiones” para remediar el problema, pero hasta ahora no ha planificado ni licitado la construcción de represas y embalses que aseguren en el futuro la provisión de agua; demostrando alguna indiferencia por el problema, prefiere anunciar gastos ostentosos que bien se puede evitar y, en casos de necesidad, postergarlos para el futuro, dado el hecho de que solucionar el problema del agua no solamente debe ser prioritario sino de atención urgente e inmediata.
Cochabamba, Chuquisaca, Tarija, Oruro y Potosí han sufrido por falta de agua; su dotación ha sido provisional en la mayoría de los casos y, conjuntamente la ciudad de La Paz, precisan atención urgente y que no puede quedar para las “calendas griegas”, como seguramente intentan las autoridades que se cumplan o, peor, que “sea el tiempo de lluvias el que remedie el drama”; un drama que no puede estar librado a la naturaleza o a las políticas de descuidos, imprevisión, imprudencia e irresponsabilidad que ha demostrado tener el gobierno en cuestiones de vital importancia para el país.
El problema del agua que tiende a ser más dramático de lo que fue hasta ahora, debe ser atendido con mucha premura y no solamente cambiando horarios para proveer agua de mala calidad o poniendo parches a represas que desde hace mucho tiempo están obsoletas.
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