PSICOLOGÍA
Los padres deben ser conscientes de que la adolescencia comprende cambios físicos y psicológicos en sus hijos, que es el paso de la niñez a la adultez no siempre es sencillo y que en este camino tendrán muchas dudas que los llevarán a tener crisis de identidad, antes de convertirse en un adulto responsable de sus actos.
Femenina conversó al respecto con la especialista en atención integral al adolescente Claudia Salazar, quien hizo referencia a la adolescencia y las diferentes etapas por las que se atraviesa según las distintas edades, antes de llegar a la edad adulta.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la adolescencia en tres etapas: temprana, media y tardía. De los 10 a 13 años de edad hablamos de adolescencia temprana, de 14 a 16 años la media y de 17 a 19 años la tardía, cada una con sus características propias”, afirma Salazar.
Según la especialista, la adolescencia temprana comprende los cursos de sexto de primaria, primero y segundo de secundaria. En esta etapa, el interés por los estudios y otras actividades en conjunto son similares, el destacarse en algún deporte y comenzar a fijarse en la apariencia personal comienza a cobrar importancia.
“Cada grupo etario tiene diferentes problemas, por tanto la adolescencia debe ser abordada desde un punto de vista biopsicosocial que incluye salud, psicología y los factores sociales. Si bien la parte de salud, por lo general, no presenta mayor dificultad, es el proceso de transición en el que surgen dificultades y no precisamente para el adolescente, sino para sus papás que no saben cómo afrontarla”, explica Salazar.
“Las mamás en ocasiones quieren que los papás sean una buena madre, en lugar de que ejerzan el rol que les corresponde, el trato de padre e hijo o madre e hija es totalmente distinto y esta se constituye en una de las principales dificultades que ambos padres deben comprender y solucionar con madurez”, asegura la especialista.
REBELDÍA
Como se ha mencionado anteriormente, la adolescencia es una etapa de transición en la que aflora la rebeldía de los jóvenes y esto debe ser tomado como algo positivo en el crecimiento personal, pero siempre y cuando sea canalizado con un propósito específico.
“Hay que comprender esta rebeldía y saberla guiar. Si un adolescente quiere ser rebelde que ésta lo conduzca a desarrollar un aspecto positivo en su vida. Considerando que la guía no debe ser opresiva (castigo), sino dialogada, manejando los límites que es lo más importante en esta etapa”, agrega Salazar.
La profesional asegura que el poner límites significa explicar al adolescente hasta dónde puede llegar sin que se ocasione una lesión a si mismo o a una tercera persona. Dentro de estos límites también está el enseñar a ser responsable de sus actos, en un marco de amor y respeto.
“Por ejemplo: el horario de llegada al hogar para los niños menores de 6 años debe ser 8 de la noche y de los mayores de una hora después. En el caso de los padres ellos también deben tener sus límites. Si se organiza una cena familiar a las 21 horas y el padre llega a las 23 horas no es correcto. En todo caso si existe algún percance deberá anunciarlo y pedir que continúen sin él”, dice Salazar.
No se puede exigir el cumplimiento de los límites en los adolescentes sin tener los padres los suyos, ni pedir que los jóvenes no beban cuando son ellos los que cada fin de semana los recogen de las cantinas a sus progenitores en estado inconveniente.
“De los 10 a 13 años es una etapa de relativa tranquilidad, porque en esas edades comienzan a desarrollarse las características biológicas que marcan la diferencia significativa en el cuerpo de la mujer y el varón, descubren un poco más de la sexualidad, no existen grandes problemas de salud, en el campo psicológico existe baja autoestima, en particular si se ponen etiquetas como gorda o gordo”, acota la especialista.
De los 13 a los 15 años de edad es cuando comienza la mayor rebeldía y con ella los problemas psicosociales como el consumo de alcohol en las fiestas. Es una etapa muy frágil en el aspecto sexual porque aumenta la atracción por el sexo opuesto.
“Los adolescentes comienzan a preocuparse por su aspecto físico ya que surgen los primeros enamoramientos, el deseo sexual aumenta, es una etapa de mucho cuidado, porque hay que saber guiar y no prohibir. Hablar de los cambios que tendrá su cuerpo y de las sensaciones que sentirá, y cuándo debe frenar ciertas situaciones que pueden conducirlos a algo no se deseado”, enfatiza la especialista.
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