La terminología política contemporánea define el sistema de dependencia colonial de un país atrasado como la relación económica asimétrica, mediante la cual un país atrasado se ve obligado a consumir la producción industrial de un país desarrollado.
En efecto, las relaciones comerciales entre las repúblicas de Bolivia y China han alcanzado un nivel que mueve a preocupación y no puede pasar desapercibido por ningún sector social y menos por los partidos políticos, sectores académicos y, en especial, los medios de prensa.
Los datos numéricos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en cuanto a las relaciones comerciales entre Bolivia y China constituyen un reflejo objetivo de lo que está ocurriendo en nuestro país y que todavía no ha merecido la atención de los especialistas, en especial los economistas políticos y analistas.
Las referencias estadísticas del INE muestran, entre otros, que mientras en el año 2015 Bolivia exportó a dicho país asiático 4.292 toneladas de textiles, el año pasado, esas exportaciones se redujeron a solo 612 toneladas, vale decir cerca de solo el 15 por ciento. De otro lado, mientras eso se producía con las exportaciones, en lo que se refiere a las importaciones el asunto es aún más preocupante. En efecto, el año pasado Bolivia importó de China un volumen de 13.097 toneladas por valor de 23.270.000 dólares, con tendencia a crecer.
En esa forma, China es nuestro proveedor principal de confecciones en cuanto a productos textiles. Es más, esos productos tienen preferencia por los precios baratos y algunas buenas calidades. De otro lado, se destaca que mientras en el año 2010 importábamos casi 40 millones de dólares, el 2013 pasamos a importar más de 67 millones de dólares y el año pasado, nuestro país importó casi por 54 millones de dólares.
Se destaca que China se convirtió en el principal proveedor de textiles a Bolivia. Al respecto, el INE revela que el año pasado, Bolivia importó textiles de 12 países por un valor total de dólares 53.505.502, de los cuales 23.270.785 fueron de origen chino. En cuanto al volumen, la cifra señala que el total que Bolivia importó de textiles chinos fue por más de 13 millones de kilos, mientras el total de esos textiles importados por Bolivia ese año (2016) subió a 14 millones y medio de kilos o sea alrededor del 90 por ciento.
Dichas referencias numéricas se hacen más alarmantes porque se trata de competencia desleal a la industria textil nacional. Se produce intenso desempleo, se cierran grandes, medianas y pequeñas industrias, etc. En una palabra, a la vista oficial, Bolivia se convierte en mercado de consumo de productos chinos, vale decir desarrolla una dependencia económica colonial que inevitablemente deriva en dependencia política colonial.
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