“Cristo Cholo” realiza sacrificio para apaciguar inundaciones

Lima.- El peruano Mario Valencia, conocido como el “Cristo Cholo” por representar el Vía Crucis de Jesucristo en Lima cada Viernes Santo desde hace 40 años, escenificó su cuadragésima Pasión para que su sufrimiento permita aplacar las consecuencias de las recientes lluvias e inundaciones que azotaron al país.

Durante su recorrido por el centro de la capital peruana, Valencia aseguró a Efe que este año estaba más motivado si cabía por el sufrimiento del pueblo peruano ante tantas desgracias causadas por las lluvias, las inundaciones y los deslizamientos de tierra, conocidos en Perú con el término quechua “huaicos”.

“Va dedicada exclusivamente a los damnificados. Lamentablemente han perdido todas sus cosas, y hay pueblos enteros que han desaparecido”, afirmó Valencia.

LARGO RECORRIDO

El “Cristo Cholo” invocó “a toda la comunidad cristiana y mundial a orar para que nuestro Señor aplaque su ira y los desbordes de los ríos se calmen”.

El “Cristo Cholo” inició su recorrido en el Rímac, el municipio limeño que queda en la ribera derecha del río del mismo nombre, y atravesó la corriente fluvial para llegar hasta el centro histórico de Lima, donde realizó la visita a sus siete iglesias, como analogía a las siete caídas que sufre Jesucristo en su camino a la cruz.

Antes de iniciar la Pasión se realizó una ceremonia de pago a la tierra, en la que se entregaron ofrendas a la pachamama (madre tierra) para pedir clemencia ante los embates climáticos.

Frente al Santuario de Santa Rosa de Lima, patrona de Perú, América y Filipinas, y conocida por sus duras penitencias, el “Cristo Cholo” recibió latigazos para representar la flagelación a la que fue sometido Jesús.

Luego cargó una cruz de 90 kilos y continuó su recorrido por el Monasterio de Las Nazarenas, donde está la popular imagen del Señor de los Milagros, en el que se representa a Jesucristo crucificado.

El “Cristo Cholo” se enfiló después hacia la Iglesia de San Marcelo, y de ahí a la de La Merced, para después llegar a la plaza mayor de Lima, donde visitó la catedral, y finalizar el recorrido en el Paseo de Aguas del Rímac.

Por segundo año consecutivo, las autoridades no permitieron que la representación de la crucifixión se realizara en lo alto del cerro San Cristóbal, la colina cercana al centro de Lima desde cuya cruz situada en su cima se puede divisar una gran panorámica de la capital peruana.

En Colombia, cerca de 34 penitentes que se flagelaban sin cesar la espalda marcharon ayer bajo el inclemente sol del Caribe colombiano para pagar de esa manera algún favor divino, en una tradición que se practica desde hace más de 160 años durante la Semana Santa en el municipio de Santo Tomás (norte).

El penitente “camina dando dos pasos hacia delante y uno hacia atrás mientras se va golpeando la espalda con un látigo que en la punta lleva siete bolas de cera”, explicó a Efe el sociólogo y rector de la Corporación Educativa Niño Jesús de Sabanagrande, Pedro Badillo. (EFE)