Aves acuáticas pueden diseminar patógeno mortal contra anfibios

• Científicos sostienen que encontraron el hongo Batrachochytrium dendrobatidis en los tejidos de las patas de aves andinas


Los gansos y otras aves migrantes transportan en sus patas los patógenos que pueden causar infecciones en los anfibios del Lago Titicaca.
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Las aves acuáticas pueden llevar por grandes distancias y complejos paisajes el hongo quítrido que infecta a las ranas del lago Titicaca y otras especies de casi todo el mundo, estudios científicos detectaron el patógeno mortal en las patas de los vertebrados alados recolectados en colecciones de fauna, demostrando que son los vectores potenciales de propagación en los Andes y que ocasionaron en los años noventa los declives poblacionales y las extinciones de anfibios en Bolivia.

Los científicos Patricia Burrowes de la Universidad de Puerto Rico e Ignacio De la Riva del Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, informaron al portal CienciaBolivia que encontraron el hongo Batrachochytrium dendrobatidis conocido también como Bd en los tejidos de las patas de aves andinas y que –de manera involuntaria– han servido como vectores del patógeno.

“Era lógico pensar que –las aves acuáticas– podían ser infectadas por Bd, ya que tienen queratina en sus patas, la sustancia con la que se alimenta este hongo. Además, ya se había publicado evidencia experimental que las zoosporas –elemento importante en los ciclos vitales biológicos de hongos– puestas en contacto con las patas de gansos, las infectaban”, explicó De la Riva.

La queratina es un elemento de las capas más externas de la epidermis de los vertebrados pero también es el alimento del microorganismo invasivo que origina la quitridimicosis, una enfermedad entre los anfibios que afecta el equilibrio osmótico o la proporción de sales y agua en su cuerpo, impidiéndoles la respiración cutánea que termina matándolos, ocasionando el descenso estrepitoso de poblaciones y la extinción de las ranas en casi todo el planeta.

Estudiamos 48 ejemplares de distintas especies de aves acuáticas andinas –afirmó el científico– depositadas en las colecciones de ornitología del Museo Nacional de Historia Natural en la Colección Boliviana de Fauna en La Paz, del Museo de Historia Natural Alcyde d’Orbigny de Cochabamba y de la Estación Biológica de Doñana en Sevilla y “encontramos el hongo Bd en las patas de diferentes especies de patos, ibises, playeros, gallaretas y zambullidores”.

FORMA DE DISPERSIÓN

Según las investigaciones de ambos expertos, “si un ave entra en contacto con aguas en las que hay zoosporas de Bd, éstas se adherirán a sus patas y germinarán formando esporangios –estructuras que producen esporas– y cumpliendo el ciclo del hongo, esto es, descargando más zoosporas al medio acuático”.

Es obvio –se detalló en la investigación científica– si el ave, durante sus migraciones y movimientos, llega a lagunas no infectadas, puede liberar allí las zoosporas y extender así el patógeno. Muchas lagunas andinas drenan en arroyos que bajan hacia los bosques de niebla, que son las zonas cuyos anfibios se ven más severamente afectados por la quitridiomicosis.

En relación a que si otros pájaros puedan expandir el patógeno mortal, De la Riva dijo que “no se han hecho más estudios, pero nuestro trabajo sugiere que, si esto ocurre aquí –en los Andes–, puede ocurrir en cualquier otra región donde haya Bd y aves acuáticas”.

PRESENCIA EN BOLIVIA

Ambos científicos obtuvieron también los resultados de un nuevo estudio sobre la quitridiomicosis en Bolivia, y encontraron una amplia distribución del patógeno invasivo en la región de los Andes bolivianos y los bosques húmedos montanos, mientras que los “anfibios de tierras bajas aún están bien”.

Sus investigaciones revelaron que una cepa de Bd quizá existió y estaba presente en los anfibios bolivianos hace muchos años, ya que también detectaron el ADN o la información genética del hongo en muestras de piel de un ejemplar de la rana gigante del Titicaca que fue colectado en 1863 y que se encuentra en la colección del Museo Nacional de Ciencias Naturales de España. “Es de suponer que esa cepa estaba presente entonces en Bolivia y que no fue patógena para los anfibios o sólo afectó levemente”, coincidieron los expertos.

Pero entre sus conclusiones remarcaron que una nueva cepa muy virulenta surgió el siglo pasado y se ha regado por todo el mundo y es la que está causando por los menos los destrozos en la clase anfibia, y que ellos evidenciaron.

El origen de una de las cepas, la muy virulenta está probablemente en el continente africano, porque la primera presencia del microorganismo fue identificado en una rana conocida como la “rana de uñas”, animal utilizado usualmente para la investigación científica y que entre las décadas de los 40 a 50 del siglo veinte, fue empleado para hacer pruebas de maternidad en las mujeres, “así que es muy probable que de esta manera se haya introducido a todas partes del mundo”.

El microorganismo denominado Batrachochytrium dendrobatidis está incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se extiende con rapidez por el mundo y son centenares las especies que ya fueron afectadas muchas de ellas en peligro de extinción, destruyendo a la biodiversidad.

De la Riva confirmó que lamentablemente del género Telmatobius –anfibios anuros endémicos de la cordillera de los Andes en Suramérica– de las 15 especies existentes en Bolivia ocho ya desaparecieron para siempre a causa de Batrachochytrium dendrobatidis, el hongo de los anfibios.

Los resultados científicos sugieren que las aves andinas pueden dispersar el hongo Bd al derramar las zoosporas en hábitats acuáticos teniendo una capacidad de introducir la cepa virulenta en las poblaciones de anfibios bolivianos. (CienciaBolivia)

 
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