La resurrección universal se hizo realidad con la resurrección de Jesucristo (Mateo 27:52–53). Al tercer día, después de Su muerte y sepultura, Jesús salió de la tumba; se apareció a varios hombres y mujeres, y más tarde a los Apóstoles que estaban reunidos. Tres de los Evangelios describen ese acontecimiento, pero el de Lucas es el más completo:
“Jesús… les dijo: Paz a vosotros. “Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. “Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
“Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:26–29).