Javier Urquiola Rojas
Nuestro país tiene sus encantos en cuanto se refiere a las costumbres y tradiciones arraigadas inclusive dentro de nuestros hogares. Y a este tema quiero referirme.
Vemos que en muchos hogares hay los famosos cachivaches, que son objetos viejos guardados, en desuso, que están por mucho tiempo en nuestras viviendas, con la idea de que a la postre pueden servir en cualquier momento.
No se dan cuenta que los tiempos van cambiando y todos esos cachivaches son simplemente recuerdos sin valor económico, tal vez sí sentimental, pero nada más. Al extremo que las mamás guardan libros, cuadernos con las primeras letras de sus hijos, juguetes, ropa y demás cosas que en su momento les fueron útiles. Pero pasado el tiempo ya se desvalorizaron. Sin embargo ellas siguen conservando estos recuerdos, con la esperanza de que los hijos valoren sus objetos de infancia, pero no es así, a muchos de ellos no les interesa y generalmente no les dan la debida importancia.
A esas mamás les pregunto: ¿En vez de que todo ese material que usaron sus retoños quede en el baúl de los recuerdos, no sería mejor que sirva a niños de escasos recursos? Es para reflexionar, ¿verdad?
Pero siguiendo con los cachivaches, en esos hogares también encontramos muebles deteriorados, vajillas y adornos desportillados, que cumplieron su vida útil, además de materiales como pintura seca, baldes, calaminas con sarro, artefactos eléctricos quemados, lámparas, radios, secadoras, etc., que a la postre son cosas que ocupan mucho espacio dentro de la vivienda, sin utilidad ni provecho. Al contrario, el perjuicio es tan grande y peligroso para la salud, pues surgen enfermedades por la existencia de ácaros, insectos, termitas y causando epidemias con el paso de los años.
Hoy todos los hogares tienen que adecuarse a la era moderna en que vivimos, dejemos de guardar cosas que no necesitamos y pensemos en el prójimo, a ellos sí se les hace falta, de nada nos sirve vivir de recuerdos, es más valioso aportar con todos estos libros, muebles, materiales, etc. a hogares necesitados.
Cambiemos de mentalidad y actitud para favorecer a familias con niños de escasos recursos, hogares que con seguridad necesitan de todo lo mencionado líneas arriba. Acabemos con esas costumbres y tradiciones obsoletas, ya que sabemos que esos objetos ocupan mucho espacio en nuestras viviendas. Es más, perjudican en gran manera la renovación con enseres domésticos modernos y prácticos en cuanto a tamaño y peso.
Espero que este mensaje de apoyo al prójimo sea aceptado y comencemos de una vez por todas a deshacernos de cachivaches, en beneficio de familias necesitadas. No esperamos la llega de Navidad para pensar en ayudar a nuestros hermanos. Estos actos de buena voluntad tienen que ser a diario, puesto que las necesidades son diarias y no solo en fechas festivas.
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