Homenaje al niño boliviano

Señor Director:

En el año 1995, durante la presidencia del Dr. Víctor Paz Estenssoro, se dictó el decreto ley instituyendo el Día del Niño, a celebrarse cada 12 de abril. Tal disposición está inspirada en la necesidad urgente de llamar la atención a las autoridades, adultos, profesores y padres de familia en torno a este ser tan delicado que constituye el presente y el futuro de las naciones. Siendo indefenso, suele ser víctima de mal trato en diferentes lugares, como el hogar, el aula, unidades educativas. Peor en el área rural, pues son objeto de abandono, mala alimentación, a veces con trabajo forzado no adecuado a su edad, explotación por parte de los progenitores, torturas sin contemplaciones.

El nuevo Código Niño, Niña y Adolescente, publicado el 22 de diciembre de 1999, reconoce los derechos del niño, con mayor amplitud y sin discriminación de alguna clase, ni por edad, sean de ciudad o área rural. Los pequeños deben aprender a leer y pensar para valerse por sí mismos. Es necesario darles algo en qué pensar, leer con ellos un cuento o un texto de historia sagrada, ver juntos programas de televisión para luego comentar lo que se ha visto, estimular su imaginación al preguntarles, por ejemplo, ¿cómo sería el mundo si regresaran los dinosaurios? También se les puede enseñar música bailable y a tocar instrumentos que les gusten, pues los niños son sensibles, captan y aprenden. Que rompan el silencio y aprendan a no callar problemas, sean pequeños o grandes, porque uno de sus derechos es la expresión oral o escrita en el aula.

Se deberá tomar en cuenta la evolución de sus facultades y capacidades en el proceso de enseñanza y aprendizaje, para el desarrollo de su personalidad. El derecho a una educación en igualdad de condiciones, en unidades diurnas o nocturnas, debe ser respetado y los menores tienen que ser asesorados por los educadores y las autoridades correspondientes. Muchos niños hoy se ven en las calles de nuestra ciudad por las condiciones de pobreza e injusticia social que les rodea. Trabajan desde temprana edad en duras faenas para sustentar a sus familiares y se ven obligados a renunciar a su niñez y a sus juegos infantiles, para convertirse en hombres y mujeres de corta edad.

El niño también tiene derecho a ser inscrito al nacer y a ser bautizado en la iglesia de la zona donde vive, para luego ser confirmado como verdadero hijo de Dios. Cristo, nuestro Señor, dijo con ternura: “Dejen que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de Dios” (Marcos 10.14).

David Espejo

O.F.S.