Son millones las cabezas de ganado de las regiones orientales y de valles del país, por lo que la provisión al mercado nacional -aunque con producto no siempre bien tratado y que sirva para una atención de primera calidad al público consumidor- está asegurada y todo lo demás puede ser destinado a la exportación.
Los ganaderos del Beni anunciaron hace pocos días su disposición para incrementar las exportaciones hasta las 15 mil toneladas y, por supuesto, hay regiones como Santa Cruz y Pando que estarían en condiciones de aumentar esa cantidad hasta el doble; pero la verdad es que por ausencia de planificación para asegurar mercados externos y evitar trabas de la burocracia gubernamental, no se exporta más, un producto que bien podría industrializarse y dar a lo exportado un valor agregado muy interesante y conveniente para la economía y para los mismos productores.
En relación con la mayoría de países del mundo, nuestro territorio contiene mucho ganado vacuno y hasta los rubros de porcinos y ovinos podrían aumentar notablemente y servir también para la exportación; pero la falta de políticas gubernamentales para llevar adelante planes de mayor producción y exportación no permiten avanzar en estos campos que desde todo punto de vista son convenientes.
Así como las organizaciones empresariales de la carne sufren dificultades, muchos otros rubros de producción deben enfrentar dificultades no solamente para la provisión interna con sus productos, sino muy especialmente para la exportación y esto lo sabe muy bien el gobierno que, lamentablemente, no adopta medidas para corregir malas prácticas que perjudican a importantes sectores de producción y evitan que el país no reciba el contingente debido de divisas. Estar atenidos a lo extractivo, como son minerales y gas, parece que es el mayor objetivo a cumplirse por parte de las autoridades y lo demás es abandonado o sumido en la mala costumbre del “dejar hacer y dejar pasar” que tanto se practica en detrimento del desarrollo.
Hay países -como China- que están interesados en comprar carne boliviana; pero, lógicamente, condicionan ese negocio a que haya continuidad, seguimiento y mucha responsabilidad en lo que se firme y cumpla. Es mucha la diferencia que hay con China en los rubros de importaciones que benefician a ese país y la carne y otros productos -no siempre minerales o gas- podrían salvar las grandes diferencias, pero actuando con mucho criterio empresarial, porque las exportaciones de la producción de cualquier país no sólo dependen de que haya mercados asegurados sino que ellas cuenten con factores de seriedad en el cumplimiento de contratos, excelente calidad del producto, formas y medios de conservación para los envíos y tiempo que se requiera para llegar a potenciales consumidores. Son factores que el gobierno y los mismos productores deben examinar y cumplir los compromisos que sean hechos.
Ampliar el campo de nuestras exportaciones debería ser el gran objetivo no solamente del gobierno sino del sector privado.
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