Por tercer año consecutivo, la economía nacional ha sufrido una nueva escalada en su desaceleración, naturalmente con los efectos consiguientes y sin que las autoridades adopten medidas de fondo para evitar esa tendencia hacia una crisis mayor.
En primer lugar, el crecimiento de la economía ha continuado con el mismo ritmo de los tres años anteriores. En efecto, el Producto Interno Bruto sigue descendiendo y mientras en el año 2013 era del 6,78, se redujo al 5,49 por ciento en el año 2014, y ese ritmo volvió a caer al 4,85 el año siguiente (2015). Por si fuera poco, el año 2016 el PIB tuvo otro bajón y llegó al 4,3 por ciento.
Esas características del crecimiento económico del país no parecen ser muy optimistas y, según datos del FMI, la tendencia se mantendrá y el PIB podrá llegar solo al 4 por ciento el presente año, todo como resultado de la caída de los precios de las materias primas que exporta el país, las mismas que, aunque tuvieron una mejoría, no alcanzaron los niveles logrados entre los años 2006 a 2012, cuando empezaron a derrumbarse.
Esa desaceleración sostenida está produciendo efectos inmediatos en la economía popular, hecho que fue destacado por el gobierno, que comunicó que el desempleo estaba creciendo y el año pasado llegó al índice más alto del 4,1 por ciento, también con tendencia al alza.
En relación con la tasa de desempleo, se recuerda que entre los años 2012 y 2014 el problema solo alcanzó al 2,3 por ciento, aunque se destaca que por esos años los precios de las materias primas continuaban en alto nivel, beneficiando en esa forma a la economía nacional y, por consiguiente, a la reducción del desempleo.
El alza de la tasa de desempleo durante tres años seguidos se puede observar en las ciudades por el aumento de pequeños comerciantes en las calles, así como por la mendicidad que, en particular, en La Paz, está adquiriendo proporciones alarmantes, sin contar la delincuencia creciente de la que da cuenta a diario la Policía.
Entre las causas que determinan el crecimiento de la población desempleada (que posiblemente llega, en realidad, al 8 por ciento) se encuentra el cierre de empresas grandes y pequeñas, la falta de inversiones en todo nivel, la derivación al contrabando y la corrupción generalizada en medios de la burocracia insensible y satisfecha. Así mismo, se encuentran la migración del campo a la ciudad, el abandono de la agricultura y otros que han adquirido carácter endémico desde hace una década.
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