Queriendo detener el desafuero inicuo y el arbitrario abuso de poder del gobierno de los años 80, oficiales subalternos saliendo de la cancera fastidiosa se levantaron en armas -en Roboré y Santa Cruz-, no solo con el propósito de recuperar el espíritu moral y los valores institucionales, sino para reafirmar con energía el respeto a la Democracia libre, la Constitución Política del Estado y al pueblo todo, induciendo a la mayoría de sus camaradas inermes, que mantuvieron incólume a su institución, a plegarse al movimiento liberador, criterios que prevalecieron en la transición política de 1982.
Lejos de mejorar los 18 años de golpismo, transcurren 26 años de permanente latrocinio de los gobiernos de la seudo democracia, saqueando al país 18 mil veces más que las dictaduras, envenenando y prostituyendo a generales que convirtieron a la institución en la guardia pretoriana de cada esquema político. Paradójica y con pena, es la avaricia de los generales, que los hace delinquir, sentenciando a su institución a cargar las consecuencias.
En la característica actual pluralista, los generales no aprendieron ni cambiaron en nada, saboreando la miel en sus labios sin ninguna turbación (con excepción de excelentes Generales), Repiten los males del pasado, ansiosos por privilegios, canonjías y prebendas, no escatiman en agraviar y ofender el honor militar, tan poseídos por el marxismo declaran “socialista, anti imperialista y anti neoliberal” (“fuerza deliberante”), pero no perciben el daño letal que le infieren, entregando los destinos de la institución a manos de un sistema oscuro, corrupto y mentiroso, haciendo añicos su razón de ser, su historia, tradición, doctrina, leyes, símbolos y reglamentos, cercenando el sagrado sentido intrínseco institucional y su posición neutral en la política, que al cerrar puertas niegan nuevos paradigmas de modernismo, liderazgos y conductores que avizoren recuperar el carácter de “Reserva Moral”.
Bien engalanados, blandiendo arriba el puño izquierdo como señal socialista, bailando con desmesura al ritmo masista en una coreografía denigrante e indigna de un militar, en actitud servil vociferan en público lealtad política al “hermano”, componen himnos y canciones candorosas, mientras en el palacio de Gobierno, oficiales cumplen labores domésticas y otros atan trenzas de los calzados. Dejaron vulnerar los símbolos propios y nacionales, patria o muerte por rendir culto a un aventurero cubano, negando la fe religiosa tradicional, cruel afrenta de negación y ultraje a la institución, que ahora desliza sus esfuerzos y capacidades en el tobogán de la rápida regresión.
Gobernante ingenuo, desconocedor de la decisión del pueblo en el Referéndum, sin ningún bochorno acostumbrado a ignorar y vulnerar la Constitución política, confunde la misión de esa institución, de “defender al gobierno legalmente constituido” y no como ocurre actualmente, obligando a defender al sujeto o persona. Engrillados en sus miedos y temores por tanta infidelidad de sus propios compañeros, una mayoría pierde la fe en la superioridad, dándose cuenta que el gobierno no solo corrompe y envilece conciencias, sino que las destruye hasta llegar a la abyección extrema, que arrasa valores castrenses y sociales, hasta subyugar bajo sus designios maléficos de un seudo socialismo marxista destructor.
Fueron los generales (salvando grandes excepciones), con tanta discrecionalidad, que sobrepasaron sus prerrogativas, tributando loas, honores y adulaciones al sujeto o la persona, permitiendo el abuso y manoseo de la institución que llega a veces a lo sumiso y servil, convertida más que guardia pretoriana, en brazo político armado, seguramente con la idea de imitar lo que pasa en Venezuela; en nuestra amada nación las FFAA son pueblo y el pueblo es FFAA.
Es la conciencia y espíritu patriótico de la gran mayoría de los militares, midiendo lo insostenible y la incertidumbre que roba el espíritu del pueblo, o determinando la insistencia de una Democracia libre, de pleno respeto a la Constitución Política y decisiones del pueblo, o preferir una dictadura con “comisarios” en las filas. No perder la esperanza y valentía de buenos bolivianos es llegar a la plenitud renovadora frente a realidad institucional y la del país, aguardando que la justicia tarde o temprano se haga cargo del desatino cruel de los generales.
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