En la ya vieja costumbre de “crear días para todo y para todos”, también se ha instituido el 12 de abril como “día del niño”. Lo cierto es que como la madre, la mujer en general, los niños tienen su día en todos los días del año. Los niños, con gran preferencia, deben ser amados, cuidados, protegidos, educados y guiados conforme a principios que acrecienten sus virtudes y los capacite física y moralmente no solamente para su vida futura sino actual.
La niñez del mundo sufre abandono y pobreza por parte de autoridades y organizaciones que tendrían que atenderla prioritariamente porque la niñez no puede estar supeditada a las angurrias político-partidistas, a las conveniencias de quienes declaran guerras o enfrentamientos, no puede ni debe ser instrumento de publicidad y propaganda y menos puede desconocerse sus derechos a la vida y a gozar en perfecta armonía de todos los beneficios de una buena alimentación, un excelente trato y cuidar de su salud con óptima y sana educación.
En nuestro país, Bolivia, donde se sufre por la pobreza, muchas veces se hace escarnio de los derechos de la niñez, no obstante lo que se pregona en sentido de que los niños deben ocupar sitial preferente en las atenciones del gobierno y que las leyes deben velar por su protección, buena alimentación, excelentes condiciones de salud y que la educación sea atendida en todo sentido, con objeto de que los niños de ambos sexos se beneficien plenamente con la riqueza de conocimientos humanísticos, culturales, científicos, tecnológicos, religiosos y morales.
La verdad es que, para empezar, son los políticos los que usan a los niños en cuestiones mezquinas o propagandas solo beneficiosas para sus partidos; los utilizan en labores que no les corresponde realizar y menos deberían ser instrumentos de ideologías ajenas al sentir del mismo pueblo. Se los utiliza en trabajos ajenos a sus fuerzas físicas y a su capacidad mental, se los priva de los beneficios del buen abrigo, de excelente alimentación y educación, no se les da todo el amor que merecen y, en muchos casos, son abandonados, a poco de nacer o conforme tienen corta edad, por madres que han perdido toda noción de sensibilidad y amor maternal. Por su parte, autoridades y sitios de asilo para niños no hacen lo necesario para brindarles una humana acogida en esos centros con los beneficios de alimentación, salud, abrigo y educación que requieren, pero, muy especialmente, no se les brinda atención ni amor pleno con ternura y respeto.
El niño de toda edad y en todo tiempo merece lo mejor, no solamente por parte de sus padres y familiares, sino de toda la sociedad y muy especialmente de las autoridades que no deben utilizarlo para cuestiones mezquinas y menos permitir que la inmoralidad ataque su inocencia y lo haga víctima de maltrato y hasta prostitución y violación a sus derechos que deben ser sagrados para todos.
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