Desde los años 60 en que surgió la amenaza soviético–cubana con la instalación de misiles nucleares en Cuba, no hubo una “guerra fría” tan preocupante e intensa como la que se presenta en las últimas semanas en el mundo. Desde ese entonces en que se solucionó un gravísimo problema tan sólo por la voluntad de las partes -presidente John Kennedy por los EEUU y el premier Nikita Kruschov por la URSS- que comprendieron finalmente, los peligros que creaban no solamente para ambos países sino para el mundo con el desencadenamiento de una guerra nuclear, bajaron las tensiones y lo “caliente” del momento se enfrío hasta quedar en nada.
Hoy, las experiencias han mostrado que el mundo no puede transigir y surgen posiciones radicales por parte de quienes hacen de la soberbia su razón de vida, como es el caso de la conducta del dictador–tirano de Corea del Norte Kim Jong-Un, que, en vez de combatir el hambre y la extrema pobreza en su país, prefiere invertir miles de millones de dólares en armas, contar con misiles nucleares y creer que tiene fuerzas militares contundentes y fanatismos exagerados para imponer el comunismo; por otra parte, la soberbia del presidente Donald Trump de los Estados Unidos que, desde el inicio de su gestión en enero pasado, sostiene que EEUU debe ser la primera potencia nuclear, reconquistar la posición de ser el país más poderoso, la intención de fabricar más armas y contar con un ejército mayor al que posee.
Esas posiciones no trepidarán ante nada; parece que para el dictador coreano no hay posibilidades de paz porque es una condición de vida que él no quiere ni para su pueblo ni para la humanidad. Por otra parte, el Sr. Trump no transige tampoco en sus poses de soberbia y considera que EEUU debe ser el abanderado no solamente para derrotar al terrorismo sino que debe ser la primera y tal vez única potencia económica y militar del mundo. Ambas posiciones lo que han hecho es colocar sobre el orbe una “espada de Damocles”, con amenazas armamentistas plenas de extremos de toda clase y peligros para la vida en el planeta.
Nadie en la comunidad mundial tiene la menor duda de que dictaduras y tiranías como la reinante en Corea del Norte y con menor contundencia y efectividad en otros sitios de la tierra -Venezuela, Siria y otros, por ejemplo- deben terminar, que esos regímenes tienen que dar paso a condiciones de paz y concordia, amor y desarrollo en sus pueblos para terminar con la pobreza extrema, desarmar sus ejércitos e ingresar en climas de vivir en libertad y con la vigencia de la justicia y la democracia. Que deben utilizarse medios diplomáticos para terminar con esos regímenes, es cierto; pero, ante las intransigencias, corresponderían medidas que obliguen a esos regímenes de poderes omnímodos que detentan y que violan los derechos humanos y frenan el desarrollo de sus países, deponer actitudes guerristas.
Corea del Norte se ha convertido en serio peligro para el mundo y si ese peligro está incentivado por amenazas, bombardeos a territorios donde predominan los terroristas y se hacen maniobras preventivas con demostración de fuerzas con gran capacidad para matar por efecto de la soberbia, como los demostrados por el señor Putin de Rusia y el Sr. Trump de los Estados Unidos, no hay garantías de paz para el mundo.
Estas situaciones conflictivas reinantes en Medio Oriente y las acciones del terrorismo encabezadas por el yihadismo del Estado Islámico, más el accionar del narcotráfico que siembra cada vez más muerte en el orbe, da lugar a que dictadores aún existentes en diferentes partes crean que ellos pueden llegar a los peores extremos no solamente para imponer ideologías ya obsoletas sino para contar con más poder sobre sus pueblos a los que avasallan (forma de convertir en siervos o esclavos a habitantes de un país) conforme a sus intereses y conveniencias.
Otra consecuencia que podría derivar de la tensión entre Estados Unidos, Rusia, Siria, Corea del Norte y otros países, es que hará sentirse “fortalecidos” a quienes, aunque vivan con prácticas democráticas, pero tienen vocación para ser dictadores y hasta tiranos, endurezcan posiciones, despilfarren el peculio de sus naciones y se prolonguen indefinidamente en el poder pese a posiciones contrarias de pueblos que los han elegido legalmente en procesos electorales y conforme a dictados de sus constituciones y leyes.
Estados Unidos, justamente por ser una potencia -y creerse más con la soberbia del Sr. Trump- está obligado a mantener la serenidad y mostrar al mundo que nada es mejor que la paz y la concordia entre los pueblos, que en la mayoría de los países hay urgencia de combatir a la pobreza, al narcotráfico y a la corrupción que son males que castigan inmisericordemente a los pueblos. Estados Unidos puede y debe buscar las condiciones que permitan superar conflictos armamentistas y evitar una conflagración mundial en que pierdan no solamente las partes en conflicto sino la humanidad en general.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |