No escarmentados con la anterior precaria elección de magistrados, el gobierno se apresta a repetir la experiencia, en fin, ¡tienen el Poder! Ahora comentaré algo más constructivo apelando al presidente Evo Morales que sugiere “decomisar” los celulares que “distraigan” la educación de los estudiantes. Aparatos que para docentes, padres de familia e, incluso, autoridades del ramo funcionan “mágicamente” al mejorar -dicen- la educación. Pero, en contrasentido los estudiantes están cada vez más “des-educados” y es que estos aparatos han eximido la lecto-escritura, y con ella, entre otros, lo más elemental del sentido común.
Las falencias, por la improvisación de los celulares, son varias, pero la más vilipendiada y devaluada es la lecto-escritura, sobre todo en el nivel secundario y universitario, que han sustituido los contenidos curriculares con mera información (RRSS) a través del WhastsApp por ejemplo, degenerando el habitus pedagógico, ante la indiferencia y aquiescencia de papás, docentes y autoridades, que ven como “excepcional” que hijos ya no lean ni escriban, de hecho, ni hablan, si lo hacen es online y en su propio léxico, que no condice con la educación. Estas competencias, que permitían ordenar ideas; relacionar conceptos; organizar la mente para generar ideas emprendedoras, están a punto de ser anécdota. La lectura y escritura, pilares del futuro profesional, al cualificar los aprendizajes, ahora con el ritmo insuflado a los celulares terminan abusando lo virtual (RRSS) de hecho, la lectura de un libro es “historia”.
En alguna oportunidad el ministro del ramo dijo: “la educación es para hacer política”, cuando advierto la indiferencia de padres de familia, docentes y autoridades que devalúan la lecto-escritura, le creo. Con razón, la resolución 01/2017 –que no es de conocimiento del presidente- incorpora el uso del celular en el plan curricular del maestro. En consecuencia, el celular hace que estas dos competencias estén perdiendo su fuerza educativa y con ella el futuro de miles de estudiantes. Ella empeora con la exagerada tolerancia y flexibilidad oficial, que exime los deberes (tareas en vacaciones) para, automáticamente, aprobar, es atípico. Esperar como otrora que se visite bibliotecas es iluso, los libros que eran una principal fuente de consulta curricular están apolillándose, pues fueron sustituidos por la información -abstracta y hasta alienante- de celulares “inteligentes”, que motivan al estudiante fotografiar –ya no escriben- con su “celular”, lo desarrollado en la pizarra del aula.
La precariedad de la lecto-escritura es tal que el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes o prueba PISA, del 7/11/16 no refiere estas competencias en Bolivia. Urge, una reingeniería curricular, donde la lecto-escritura cualifique aprendizajes significativos o por descubrimiento, de continuar así se está aislando, a la juventud, de los conocimientos científicos del Siglo XXI, que permitan comprender el avance o retroceso de Bolivia, se mantiene un magisterio tautológico. Por ello, el sistema educativo debe re-valorar la lecto-escritura para cualificar la vocación profesional del estudiante. Facilitar textos que demuestren el avance del conocimiento en Bolivia para no estar ajeno a la ciencia postmoderna. Urge, entonces promover una práctica viva, dinámica y vital -eximir esa actitud “copista”- de la lectura y escritura, aunque sea, una hora como trabajo practico en aula ¡ese es un desafío!
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