El discurso es la plasmación del pensamiento ordenado para lograr unos objetivos específicos y toda ejecución concreta del habla está circunscrita en un discurso; en tanto y en cuanto se ciña a los objetivos y a la estructuración del mismo. El discurso no debe ser una hipótesis con base en las posibilidades de percepción del auditorio y no es didáctico en la comprensión del discurso exponer la línea que separa lo empírico y lo trascendental, pues aquella es impura y está subordinada a continuos desplazamientos por presión de los enfoques contemporáneos.
El discurso será siempre una facultad del raciocinio, es decir, apartado de lo intelectual, utilizando inferencias (obtener una verdad de otra verdad y relacionarla), pues es cardinal conocer que el discurso es una secuencia lingüística más extensa que una oración simple, empero, una lingüística de discurso es imposible, ya que una sucesión de oraciones está solamente regida por la voluntad o, mejor, por el capricho del hablante y no representa una regularidad estructural aprehensible por una teoría general.
En este tiempo conflictivo de discrepancias y ambiciones hegemónicas, el discurso político asume una importancia vital, aunque se debe aseverar que la mayoría de los políticos no se inclina fácilmente a la formación académica ni estudia inteligiblemente la estructura y la teleología de un discurso, sino que actúa u obra humoralmente y con los sentimientos aflorados, sin atisbo de disimulo en la objetivación de destruir al contrincante de la otra acera.
En el análisis del discurso, como se ha mencionado, las luchas hegemónicas y el establecimiento, por parte de un partido político, de una hegemonía es preponderante y la razón estriba en que las prácticas hegemónicas son clase para los procesos políticos, los cuales son vitales para la concepción, funcionamiento y exposición del discurso. Por tanto el concepto de hegemonía se centra en quién es el que manda o sea la fuerza política, como sucede en nuestro país, que es la mayoría, ciertamente el pueblo, circunstancia única en la historia de Bolivia y gobierna bajo una conducta y un significado en un contexto social dado.
Académicamente, también este columnista tuvo que aprehender estos conocimientos en posgrados, como los interesantísimos actos del habla, que implican un texto y una acción, los cuales, a su vez, poseen una fase constatativa y que es el decir y otra performativa, que es hacer al decir y en la práctica saber hacer en el discurso. Igualmente cardinal es que todo discurso, sea público o íntimo, debe contener un propósito concreto que usualmente se identifica en informar, distraer, convencer y persuadir; haciendo notar que existe una diferencia en los dos últimos conceptos; persuadir es hacer cambiar la opinión y convencer es doblar la voluntad, por lo que se infiere que en un discurso se debe convencer.
El autor es abogado, posgrado en Arbitraje y Conciliación, doctor honoris causa, docente universitario, escritor.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |