El cambio o proceso de transformación no es un proyecto de reciente data. Sus inspiradores no son jovenzuelos que practican el “reggaetón”, sino que fueron eminentes personajes, entre civiles y militares, de los que muchos ya pasaron a la historia. Por lo visto, sus raíces provienen de un pasado lejano.
El proyecto surgió como una respuesta al tradicionalismo político, cuyas barreras significaron el estancamiento socio – político y económico – cultural. Tampoco es patrimonio de país ni gobierno alguno. Surgió como una necesidad histórica para trastrocar viejas y arcaicas estructuras por el bien común.
Es una acción política que alcanzó notoriedad, por cuanto tuvo la capacidad, ni duda cabe, de cambiar el curso de la historia, en todos los tiempos y pueblos. Obviamente que tuvo sus desaciertos, que lo deterioraron en definitiva.
Buscando el cambio murieron asesinados, en Colombia, por ejemplo, Jorge Eliécer Gaitán y Luis Carlos Galán, en 1948 y 1989, de manera respectiva. El deceso del primero provocó el Bogotazo con hechos catastróficos en esa capital, como asaltos a los edificios públicos y las representaciones diplomáticas y comerciales de los Estados Unidos. “En Bogotá las tropas tardaron tres días en reprimir la insurrección”, seña la historia.
Tuvimos también grandes exponentes del cambio acá en el país. Ahí está el insigne paceño Andrés de Santa Cruz, del Siglo XIX, que hizo de Bolivia una potencia regional. Los presidentes David Toro, Germán Busch, Gualberto Villarroel, Víctor Paz Estenssoro y Alfredo Ovando, en el Siglo XX, marcaron un devenir auspicioso, recuperando los recursos naturales o liberando de la servidumbre a los hombres del agro. Y más adelante la historia dirá su veredicto sobre quienes propugnan ahora el cambio.
Para explicar y asumir nuestros objetivos de cambio no es necesario recurrir a ideología o asesoramiento externos. En materia de ideología tenemos una que se inspira en los supremos intereses de Bolivia y para rodearnos de un adecuado y oportuno asesoramiento bastará revisar nuestra experiencia histórica. En este marco debemos priorizar las gloriosas banderas de la Patria, que nos dará vigor y apego a todo lo que representa lo nuestro.
El cambio o proceso de transformación nos permitirá consolidar la paz y acelerar el desarrollo, en libertad, con justicia e inclusión social, en la diversidad.
El triunfo de nuestros ideales de cambio será el triunfo de nuestros objetivos políticos. Será el triunfo del pueblo boliviano. Por ello debemos extremar esfuerzos, capacidades y voluntades, con miras a esa histórica perspectiva.
En suma: los pueblos que propugnan la transformación o cambio caminan con la historia.
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