El problema de la falta de agua en La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Tarija, pese a múltiples declaraciones de las autoridades en sentido de que “se ha adoptado las medidas necesarias” tiene tendencia a no solucionarse en un término más o menos aceptable y, podría decirse, mucho menos a largo plazo. Las razones son simples: que se sepa, no hay anuncios de inversiones importantes para la construcción de represas y embalses que permitan tener esperanzas para el futuro; por supuesto, lo inmediato estaría supeditado “a que llueva” que es algo que depende de la naturaleza y no, en modo alguno, de “bombardeos a las nubes” o de simples declaraciones.
El caso del agua es sumamente preocupante y hay tendencia por parte de los responsables a solamente conseguir paliativos o soluciones momentáneas, remedios provisionales y, en casos, “para evitar que la población se queje”; por otro lado, la comunidad nacional está debidamente enterada de que corre mucho riesgo por la mala calidad de agua que se proporciona a la población; hay informaciones sobre el uso de determinados elementos químicos que no garantizan en modo alguno una buena calidad del líquido.
El estado en que se encuentran los sistemas de distribución es pésimo porque en la mayoría de las ciudades tienen décadas de antigüedad y con cañerías que no tenían galvanización alguna y que, además, son cañerías muy ordinarias y con filtraciones permanentes que desperdician agua. Muchas veces se ha pedido que los municipios adopten medidas para reemplazar esas instalaciones y que lo hagan en conjunción con las gobernaciones, empresas de energía, de teléfonos y otros servicios que requieren renovar, ampliar o reemplazar sus instalaciones haciéndolas por debajo de la superficie; este trabajo conjunto abarataría los costos, suprimiría material ya gastado y obsoleto y, para el caso del agua, habría una provisión purificada, no contaminante y se evitaría filtraciones que desperdicien el líquido.
En todo caso, mientras se haga labores integrales para remediar totalmente el caso del agua, sería importante que se revise muy eficientemente la calidad de cloros y otros elementos químicos que se emplea para que el agua sea sana y pura, libre de contaminantes perjudiciales para la salud de la población.
El problema del agua si bien requiere de soluciones rápidas e impostergables, no puede ser tratado con parches, remiendos o reparaciones provisionales. Es urgente que el gobierno destine partidas importantes de dinero para invertir en la construcción de nuevas represas y embalses al margen de reparaciones que precisan las que se encuentran en uso y que tienen mucho tiempo. El caso, pues, no debe ser tomado a la ligera y debe ser bajo condiciones de eficiencia, honestidad y responsabilidad tanto del gobierno central como de alcaldías y gobernaciones.
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