[Armando Mariaca]

Prensa, víctima propicia de dictaduras y tiranías


En la historia de los pueblos, siempre ha sido imposible que el bien concilie con el mal; que la verdad evite la intromisión de la mentira y el engaño; que las libertades se antepongan a quienes tienen vocación por el vasallaje que es esclavitud y sometimiento; que la dictadura y la tiranía respeten los derechos humanos y quieran el reinado del derecho porque prefieren utilizar el derecho de la fuerza. Ha sido imposible que los pueblos se sometan a esas condiciones y, más temprano que tarde, han logrado que sean las virtudes hechas valores y principios los que se impongan a las imposturas.

Entre las libertades que el hombre ha defendido siempre y ha buscado que prevalezcan sobre todo mal, está la libre expresión que es dictado y manifestación de la libertad de pensamiento que es inviolable, intocable, insustituible e inembargable porque pertenece al ser humano con sus virtudes y principios de vida. La libertad de expresión que tiene sus manifestaciones en los medios de comunicación como son prensa, radio, televisión, cine y comunicación alternativa es un derecho del ser humano, es lábaro de los pueblos que conduce a la humanidad por los senderos del bien, del desarrollo y del progreso no solamente material sino espiritual, por las sendas de la moral y que hacen razón de ser del hombre en servicio y amor al bien común.

Los atentados y dificultades que se ejercitan en muchos países de América contra la libertad de prensa son preocupantes y esto es lo que reflejó inquietudes serias en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en su reunión efectuada en Guatemala y que, en partes sustanciales de su declaración, señala: “Los enemigos de la prensa libre comienzan a hostilizar a los periodistas y a los dueños de medios; luego, las crecientes hostilidades se transforman en intimidación y amenazas para más adelante culminar en ataques violentos, ‘hackeos’ y prohibiciones para desarrollar sus actividades normalmente”.

Parte importante de la declaración dice: “En algunos países como Cuba, Ecuador y Venezuela se ha logrado amordazar a los medios informativos y mantener desinformados a los ciudadanos, sin que hayan dejado de registrarse asesinatos de periodistas en estos meses. El hostigamiento a la prensa sigue creciendo y en los más diversos países como Estados Unidos, Cuba, Bolivia, El Salvador, Ecuador, Nicaragua y Venezuela los gobernantes despliegan furiosos ataques contra la prensa y los periodistas. En algunos casos se les acusa de conspiración política, en otros se habla de una exagerada libertad de expresión y, en otros tantos se les responsabiliza de publicar noticias falsas”.

Especial preocupación ocasiona la posición hostil del presidente de Estados Unidos Donald Trump contra la prensa de su país. Dice la SIP: “Resulta inquietante observar cómo en ese país que es la cuna del periodismo libre comienza a aparecer el hostigamiento que suele ser la antesala de las amenazas y la violencia”; una referencia muy grave contra el mandatario estadounidense que, como se producen los acontecimientos podría traducirse en violaciones muy serias contra la libertad de expresión del pueblo estadounidense.

Señala la SIP: “En Cuba, a las restricciones de siempre, se ha añadido el control de Internet y las intimidaciones a los familiares de quienes trabajan en tareas informativas. A estos los han sometido a períodos de encarcelamientos prolongados, recurriendo a toda suerte de subterfugios como la supuesta venta de comestibles por cuenta propia o la evasión fiscal con amenazas de juicios y cárcel”. Son, pues, terminantes y categóricos las denuncias de la entidad que abriga a medios de prensa del continente.

Lo lamentable de esta situación es que, en la mayoría de los casos de gobiernos contrarios a la libertad de expresión, éstos han sido elegidos democráticamente para dirigir a sus pueblos, una condición legal que debería respetarse por parte de los que asumieron el poder y que, en la mayoría de los casos, lo ejercen arbitrariamente y pisoteando principios elementales que deberían cuidar y respetar como base sustantiva del ejercicio de cargos que les han sido confiados. Esos regímenes creen que el poder “debe ser para todo y contraponerse contra todo”, no entienden que el ejercicio de publicar informaciones, analizarlas, criticarlas o aplaudirlas es propio de los periodistas y medios de comunicación y nadie, por poder que tenga, tiene derecho a coartar, frenar, censurar o limitarla en su derecho a la libertad. Esa situación es condenable en regímenes que, siendo legales democráticamente, tuercen y traicionan esa condición porque están más atenidos a sus intereses personales y de partido o grupos de áulicos que no trepidan ante nada para contentar a quienes los protegen para que cumplan funciones vedadas por las leyes y la moral.

Sin embargo de todos los atropellos sufridos, la libertad de expresión con el libre ejercicio de la libertad de prensa, mantiene firme la esperanza de que las situaciones negativas impuestas por regímenes que en realidad ejercitan la mentira y la corrupción como medio de sojuzgamiento sean superadas, terminen finalmente para bien de la democracia y en pro del desarrollo y progreso de los pueblos.

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Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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