En varios artículos repetí que sin minas no puede existir la industria minera y que para desarrollar una mina es imprescindible realizar exploración, una actividad que tiene pocas posibilidades de éxito, pero que requiere de una elevada inversión, por lo que casi en su totalidad es realizada por el capital privado, especialmente extranjero. Desde que fueron nacionalizadas las minas en 1952, Comibol no desarrolló ni una sola mina nueva. Las pocas nuevas operaciones se debieron a la inversión e iniciativa privada. Las operaciones medianas o grandes requirieron inversión extranjera.
Como consecuencia de un programa exitoso de exploración se calcula las reservas minerales del yacimiento. Con base en la cantidad de reservas, el método de explotación elegido y su productividad y, en el caso de la minería subterránea, la geometría del yacimiento, los parajes disponibles, las condiciones de ventilación, etc., se determinará la capacidad diaria de tratamiento del ingenio de concentración. Si existe suficiente provisión de concentrados por un suficiente período de tiempo, se puede estudiar la factibilidad de instalar una fundición donde mediante la fundición y el refinado se produce metal(es). No se puede alterar estos requerimientos.
Los precios internacionales se dan para metales (no para minerales), de modo que la fundición constituye la finalización del ciclo minero, y al no darle valor agregado a los metales mediante su transformación, no significa industrialización, como erróneamente interpretan personas e instituciones.
Sobre lo explicado, refirámonos al horno Ausmelt, técnicamente impecable, pero con una capacidad anual de 18.000 toneladas de estaño metálico (inversión de 40 M$us), cuando su máxima producción llegó a 13.038 toneladas en 2016. Para cubrir la deficiencia de concentrados, sin ningún estudio se decidió instalar un nuevo ingenio en Huanuni con una inversión que pasará los 60 M$us con provisión de agua y construcción de dique de colas, con capacidad de tratamiento diario de 3.000 toneladas por día (tpd), para que reemplace al actual de 1.200 tpd. Como manifesté y expliqué repetidas veces, Huanuni nunca podrá enviar al nuevo ingenio 3.000 tpd.
La minería parece estar marchando bien por la recuperación de precios que están en niveles atractivos. Las producciones de concentrados son buenas, así como los volúmenes de exportación y se recupera los valores de exportación, pero esto se debe al buen desempeño de la minería privada mediana y grande que significan el grueso de las exportaciones y, fundamentalmente, a la subida de producción de concentrados de San Cristóbal, por las mejoras tecnológicas en sus sistemas de voladura y molienda, que le permitieron incrementar su capacidad de tratamiento diario de 40.000 a 52.000 toneladas. En relación con 2015, en 2016 aumentó su producción de zinc en 28%, de plata en 14% y de plomo en 32%. En 2016 su valor de exportación representó el 31% del valor total de exportación minera, su pago de regalías el 36% del total y su volumen de exportación el 55% del total de productos metálicos.
El gran problema de la minería boliviana, que está pasando desapercibido por la coyuntura actual, es que como nunca ocurrió antes, no existe un solo proyecto minero en ciernes, por lo que al menos en unos 15 años no tendremos una nueva mina de importancia, cuyas consecuencias se irán notando con el cierre de minas como Don Mario (ya operó con altibajos 15 años) que tendría reservas para unos dos años más, Manquiri cuya situación es incierta porque existen muy pocos desmontes argentíferos disponibles que además son de baja ley, por lo cual debe comprar cargas de otros proveedores que encarecen sus costos. No hay proyecciones para Sinchi Wayra y algunos estiman que San Cristóbal podría operar unos siete años más. Pan American Silver que explota la mina subterránea San Vicente, probablemente continúe operando más tiempo. Se debe tomar muy en cuenta que las operaciones no subterráneas no tienen mucho tiempo de vida. Kori Kollo operó menos de 20 años, Kori Chaca 11 años, COMCO 16 años y Puquio Norte 15 años.
La delegación boliviana que asistió al congreso de minería en Toronto, Canadá en marzo pasado, no trajo ninguna oferta de inversión que incluya la exploración minera, que resulta vital para hacer sostenible nuestra minería, porque a diferencia de otras delegaciones asistentes, no llevó ningún proyecto serio e interesante. Aun en el caso que existieran proyectos muy atractivos, los inversionistas considerarán varios factores que les interesan y que actualmente no podemos ofrecerlos, entre ellos: seguridad jurídica (establecida en el Código de Minería pero que no se cumple), sistema tributario competitivo con los de otros países y estabilidad tributaria, sistema de concesiones mineras (que lo cambiamos a derechos mineros), que nos coloca en desventaja con los grandes receptores de inversiones como Chile, Perú y aún Argentina.
Recibió propuestas para construir las dos plantas de zinc en Oruro y Potosí de 100.000 toneladas anuales cada una, donde al constructor no le interesará de dónde ni por qué tiempo habrá abastecimiento. En 2016 la exportación total de zinc fue de 480.000 toneladas, de las que 351.000 fueron exportadas por la minería privada y de ellas 269.000 por San Cristóbal.
La minería requiere una seria planificación técnica y económica y la atención de las más altas autoridades del país.
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