Pese a las advertencias para no destruir los bosques naturales de Pando, base económica para la producción de castaña (Brasilian nuts), riqueza natural insustituible del noroeste boliviano, en el año 2013 la Gobernación de Pando programaba desforestar más del 40% de los bosques pandinos, aspecto que se hizo de alguna manera, por los datos que publica un matutino local el 23 de abril del presente año, cuando indica que la deforestación anual entre los años 1976 -2013 fue en promedio de 187.911 ha (FAN 2016). Otros investigadores establecieron que en el periodo 2000 al 2010 la deforestación fue de 29.500 ha/año (Cuéllar 2012).
En las regiones aledañas, como Riberalta del Departamento del Beni, la deforestación alcanzó 5.724 ha/año (Peralta Rivera 2015) y en Guayaramerín 4.244 ha/año (FAN 2010). Con estos datos establecían que en Pando y la provincia Vaca Diez de Beni se deforestaron dos tercios de sus bosques castañeros, una industria no maderable que generaba más de 30 mil puestos de trabajo, la exportación de más de 20 mil toneladas de castaña por un valor cercano a los 150 millones de dólares anuales.
La destrucción de los bosques está destinada a la habilitación de tierras para la ganadería y agricultura sin gran valor económico y solo para satisfacer una colonización sin futuro debido a que la mayoría de los suelos del noroeste no son aptos para el desarrollo de cultivos que sean destinados a la agroindustria.
La producción de castaña generó importante cantidad de divisas, empleo para miles de zafreros y trabajo para cientos de operarios de las distintas empresas así como para los transportistas. Debe considerarse también el valor de la castaña en la alimentación humana por su contenido de proteínas, grasas y selenio, elemento considerado muy beneficioso para las personas adultas mayores.
En cuanto a su importancia económica debemos indicar la producción de los últimos cinco años como referencia. En el año 2012 exportaron 22 millones de kilos, lo que generó un ingreso 145 millones de dólares. En el año 2014 se exportó 26 millones de kilos que generaron 150 millones de dólares, y por último, en el año 2016 se exportó 27 millones de kilos que generaron 183 millones de dólares. (Fuente BCB, INE y EBA).
El único futuro de los bosques del noroeste de nuestro país es la producción y explotación de productos no maderables, como la castaña, la goma (Hebea brasilencies), el palmito, maracuyá, copoazu y otros productos naturales que abundan en los bosques pandinos. Otras especies no maderables de importancia económica relativa en el presente son el copaibo, el cusi, el majo, la sangre de grado y la uña de gato. Un ejemplo muy importante nos da el Perú que exporta estos dos últimos productos por un valor superior a los 75 millones de dólares anuales.
Con toda esta riqueza disponible, resulta inexplicable que algunas autoridades planifiquen su destrucción. Solo se podría presumir la intención de colonizar, establecer gente de otras latitudes, que en pocos años volvería a emigrar después de devastar los ricos bosques naturales de Pando y sus departamentos vecinos. Basta ver la explotación forestal que sufrió la vecina Brasil, que perdió todo su potencial castañero y hoy solo tiene extensas áreas de pastoreo.
Llamamos la atención de las autoridades para que se establezca medidas para preservar los bosques nativos que aún quedan, especialmente para salvar la producción castañera. Para las zonas deforestadas debe programarse la realización de programas amplios de forestación, en caso contrario, en pocos años tendremos una zona sin ninguna producción comercial, decretando la muerte económica de estas zonas, que en la década pasada generaron casi mil millones de dólares de ingresos por la producción de castaña, y trabajo e ingresos económicos para miles de trabajadores en la industria castañera.
Finalmente, debo hacer una observación a los industriales castañeros y al gobierno plurinacional, que por la prensa indican que la empresa Tahuamano cerró su fábrica por falta de materia prima, dejando sin trabajo a cientos de obreros. Considero que en este momento de crisis de producción, agravado por el cambio climático, todas las empresas castañeras deben asumir el mantenimiento de sus obreros y colaborar económicamente a los zafreros hasta que exista nueva producción de castaña.
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