Durante los últimos años el gobierno, aprovechando los altos ingresos que registró el país gracias al notable crecimiento de los precios de las materias primas de exportación (gas, estaño, etc.), tuvo oportunidad de disponer de notables cantidades de fondos, parte de los cuales destinó a obras públicas. Las inversiones en ese sentido crecieron alrededor de diez veces, determinando efectos diversos en la economía.
Esos considerables ingresos provenientes del extranjero, calculados en miles de millones de dólares, no tuvieron, como era de esperar, los resultados que debían producir y, en esa forma, los recursos gasíferos, estañíferos y de otros recursos naturales no fueron aprovechados para construcción de obras públicas y permitir la creación de nuevas empresas que permitan introducir innovaciones tecnológicas, desarrollar los recursos humanos, elevar el nivel de las fuerzas productivas, etc. La providencial época de bonanza no fue aprovechada.
Esa extraordinaria oportunidad de disponibilidad de recursos financieros fue, en realidad, desaprovechada, en particular en lo que se refiere a la realización de obras públicas, omisión que, naturalmente, causó enormes perjuicios no solo al Estado sino a toda la Nación. El impacto fue, en particular, negativo para los trabajadores, en especial técnicos, afectados por cierre de empresas y fuga de otras.
Si bien la macroeconomía mostró crecimiento debido a los precios elevados de las materias primas, la microeconomía se fue derrumbando, produciendo desempleo, quiebras de empresas nacionales pequeñas y grandes, fuga de capitales, derrumbe de las inversiones, etc. Entre los casos citables se encuentran la planta de líquidos en Río Grande (Santa Cruz), la carretera Potosí-Tarija, la vía férrea Montero-Bulo Bulo, por citar solo pocos casos, que tuvieron resultados pesimistas y que, además, no fueron debidamente aclarados.
Entre las causales de esa ineficiencia administrativa se destaca que las jefaturas de las entidades públicas no están a cargo de elementos idóneos y las designaciones de esos funcionarios se basan solo en afinidades electivas, etc. que, finalmente, en vez de llevar al éxito los proyectos, los conducen al fracaso, problema que debe ser encarado para poner fin a males ostensibles que, más temprano que tarde, deberán ser objeto de análisis, tanto para sancionar a los autores como para que no se repitan.
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