Lecciones de vidaCuentan que en una carpintería de barrio, cierto día se instaló una asamblea extraordinaria. Era una reuni&o
Cuentan que en una carpintería de barrio, cierto día se instaló una asamblea extraordinaria. Era una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias, pues el malestar era generalizado.
No hubo acuerdo para elegir al presidente que dirija la asamblea y a sus miembros, pues la desconfianza era mutua. La sierra se ofreció para el servicio de coordinación pero fue abucheado de inmediato.
-¡Fuera, fuera! Solo sirves para serruchar las ideas de los demás.
Luego de una acalorada discusión y agotados los cuestionamientos, por fin las herramientas aceptaron que las tenazas asumieran la presidencia de la asamblea, aunque no todos estuvieron de acuerdo aduciendo que eran muy hábiles para atenazar toda iniciativa o novedad.
-¡Silencio, orden! Tiene la palabra el compañero clavo –profirió con autoridad la flamante presidencia de la asamblea.
-Yo propongo que el martillo sea expulsado de la carpintería. Hace demasiado ruido y se pasa todo el día golpeando.
-Yo acepto mi culpa –adujo el martillo-, pero pido que también sea expulsado el tornillo; hay que darle muchas vueltas para que sirva de algo. ¡A todo le da vueltas!
-Reconozco mi defecto, -comentó el tornillo con un deje de gran malestar- pero propongo que la lija sea expulsada. Es muy áspera en su trato y siempre crea fricciones con los demás.
-Admito mis limitaciones –expresó la lija- pero pido que sea expulsado el metro, pues siempre se las pasa midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
El ambiente se estaba caldeando en la carpintería. En ese momento, entró el carpintero y todos callaron, el buen artesano se puso el delantal e inició el trabajo. Utilizó todas las herramientas. La tosca madera fue transformada en un elegante mueble de hogar.
Cuando el satisfecho carpintero se marchó, la asamblea de herramientas reanudó con sus deliberaciones. Entonces pidió la palabra la sierra y manifestó:
-Compañeros, ha quedado demostrado que tenemos defectos y observaciones, pero el carpintero, como hemos visto, trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya más en nuestros puntos negativos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos positivos.
Y así, la asamblea encontró que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba consistencia, la lija era especial para afinar y limar asperezas, el metro se destacaba por su precisión y exactitud. . .
Todos comprendieron que trabajar en equipo exige gran aceptación y comprensión mutua. Poco a poco empezaron a sentirse orgullosos de sus cualidades y fortalezas y de operar juntos. También hicieron votos para limar las asperezas comunes, y se comprometieron a trabajar cada uno sus aspectos negativos para que, al mejorar personalmente, se perfeccionase el equipo.
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