El derecho a la información estuvo latente desde el comienzo de los tiempos, pero no se disponía del instrumento pertinente para acometer la tarea de manera orgánica y accesible. Todo se reducía a la transmisión del pensamiento de boca a boca, lo que se prestaba a la tergiversación o al chisme.
En la historia hubo dos factores determinantes para el escalamiento de su calidad y difusión: la libertad y la creación de la imprenta. La primera a veces es considerada como un concepto abstracto de compleja definición y la segunda fue creada en el Siglo XIV.
Empero, nada de ello se hubiera producido si acaso la humanidad no tenía dos recursos también, dada la fecundidad de su capacidad creativa. Ellos han sido la escritura y la lectura. A pesar de la basta diversidad de grupos sociales que pueblan el mundo, cada uno a su manera y con los medios que disponía, se dio modos de escribir en sus propias lenguas y, obviamente, a leer lo que escribía.
Todo este cúmulo de valores sociales encontró en la libertad el modo de crecer, hasta el punto del surgimiento de infinidad de culturas, las cuales si bien se diferenciaron en sus orígenes y características, implícitamente forman hoy un todo universal, concurrente en su denominación: cultura, que abarca todas las expresiones y modos de vida de los seres humanos.
En concepto de los historiadores, la libertad adquirió arraigo, en su práctica, desde el Siglo XVIII, al unirse a otras facultades o virtudes como la justicia y la igualdad. “Este cambio social –anotan- fue acompañado por el desarrollo de nuevas formas de organización de la sociedad… Un ser libre no se halla atado a la voluntad de otras formas coercitivas. La libertad garantiza el respeto a la voluntad individual e implica que cada uno debe hacerse responsable de sus actos”.
En cuanto a la creación de la imprenta, en Alemania, se ha dicho bastante, por lo que en la ocasión sólo queda por expresar que es el instrumento más idóneo para la difusión de las ideas, por tanto, de los derechos, entre ellos, de la información pública.
Sin embargo, para que ella sea plural, en todos los órdenes de la vida humana, sólo es atribuible a la libertad. De ahí que se la celebra como el máximo don social, aunque también ha demandado y lo sigue haciendo, entre la dicha y la alegría, así como con las luchas y los holocaustos, a manera de tributos.
De este modo, se consagró históricamente como la mejor difusora de los conocimientos, las ideas y la información. Seguida, siglos después, por la radio y la televisión. A partir de estos recursos, al presente, el derecho a la información se ha tornado en indispensable e inviolable. A la vez que se multiplican los medios de difusión, al punto de poder ser, actualmente, instantáneos para dar cuenta de los hechos y los sucesos.
Su fuerza es tan avasalladora, que el derecho a la información resulta ser tan vital como la vida misma de los seres humanos.
Sin embargo, no dejan de haber arrebatos de barbarie en gente que en el accidental ejercicio del poder cree que puede atentar contra el derecho a la información, sea limitándola o coartándola. Cuando en el fondo está cayendo en el desprestigio y el repudio general. Pues, no toman en cuenta que es a través de la información que los pueblos salen de la ignorancia y logran el conocimiento básico, en unos casos, y en otros los títulos académicos, si cada quien aspira a crecer, a cultivarse e inclusive a lograr bienestar y riqueza.
Existe, asimismo, algo más trascendental, el ser humano, que en su infinita capacidad de crecimiento, se constituye en creador de todo aquello que rodea a la vida humana. Y lo seguirá haciendo, sin límite alguno.
La escritura y la lectura se constituyeron en los factores primigenios del desarrollo social y cultural de la humanidad.
De esta forma, incide en la proliferación de los inventos y descubrimientos, aparte de que el pensamiento se enriquece cada vez más con la producción de nuevas ideas y teorías de toda índole.
Estos y otros conceptos y logros provienen del derecho a la información, que es la célula madre del conocimiento y del progreso, pero siempre arropados en la libertad.
En este rol cumplen función estelar los medios de comunicación, al haberse constituido en los mayores difusores y guardianes del derecho a la información, sin cuyo concurso no habría la luz del saber, menos la posibilidad de generar cultura y abrir cauce para las diversas manifestaciones del porvenir, en cuanto concierne al desarrollo y progreso de todas las manifestaciones del genio humano.
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