Con Chopin en el alma

Muchas veces el azar nos conduce hasta rincones desconocidos. Son espacios donde, sorpresivamente, nos encontramos con personas en quienes se aprecia una ejemplar sencillez de comportamiento, al extremo de desconcertar el entendimiento humano por conducirnos a penetrar en un ámbito ignorado, lleno de sorpresas surgidas de inusitadas aficiones anidadas en su pensamiento hasta ser concretadas, una tras otra, en un ordenamiento tan personal, sólo sujeto a circunstancias surgidas de las actividades diarias.

Son personas que no buscan trascendencia alguna; sólo concretar lo que ansían para ellos, en una muestra de auto examen, conductor silencioso de aspiraciones soñadas hasta su coronación. Sin embargo, en medio de ese panorama llega lo inesperado: frutos destinados a la cultura, encarnados en el cultivo de la mente y el florecimiento de todo lo sembrado en años de trabajo y callada entrega.

Lo dicho, engloba la personalidad de Jorge Fernando Catalano, fallecido hace 30 años, y quien llegó a la cima de sus ensueños al explayar la biografía de Federico Chopin, en una monumental obra denominada: “Chopin, el esplendor del Romanticismo”. Tres tomos en los cuales se plasma la vida de un compositor de música romántica llevada a sinfonías, conciertos, sonatas, nocturnos y otra fuentes de iluminación sonora, recogidas por el escritor boliviano, en una entrega total de su intelecto, cuando ya la vida lo había ubicado entre los personajes destacados del quehacer ilustrativo, no sólo por lo que representa esta biografía, sino por haber incursionado, de igual manera, en la narrativa y en la poesía, aficiones reveladoras de un intelecto encumbrado en el tiempo.

Esa inquietud musical y literaria, lo llevó a otras fuentes de inspiración que dieron paso a su obra Linila, resultado de experiencias surgidas en su adolescencia y de cuyo contenido recibió elogiosos comentario de críticos literarios. Los poemas fueron calificados de “serios y responsables”. Se puso en evidencia el dolor humano transmitido a su poema “Canto a la Patria” que algunos versos dicen: “Patria, segura, verde germen/ de vida, pujante latido/ estrella contra los escollos,/ arrancada máscara: muerte,/ porque eres. Porque estás/ porque siempre será espacio / fluido…”.

En la narrativa, Catalano ingresa en ese maravilloso mundo de los niños. Sus siete cuentos tienen la habilidad descriptiva de los caracteres infantiles, hasta el momento de penetrar en la adolescencia. Su pluma pinta pasajes enternecidos con una visión muy particular de su espíritu creador. Con esta obra y las ya aplaudidas, se muestra como escritor calificado por las palabras de quienes comentaron sus obras.

El propósito que tuvo de escribir la biografía de Mozart, quedó truncada y sólo pudo llenar pocas páginas, las cuales fueron editadas como obra póstuma. Mozart, al igual que Chopin lo cautivaron. La música de esos grandes compositores, llegó a su discoteca en grabaciones de disco de vinilo. Jorge no conoció el disco compacto (CD) y sólo pudo llegar hasta el casete, como novedad de entonces y poco convincente para su persona.

Si bien la personalidad de Catalano era conocida por sus tareas literarias, también puso el distintivo del diario vivir. Conocido como experto librero, sus expectaciones lo llevaron a crear la Editorial Difusión y editar un periódico del mismo nombre, entregado a los acontecimientos culturales donde figuró como cronista. También era conocido en otro ámbito: cocinero de platos exquisitos, propios del menú italiano. Encuadernaba libros. Conocía muchos secretos de la medicina y curaba a enfermos. Bilingüe por experiencia, dominaba el francés y el castellano. Finalmente, fue un hombre derecho, como padre de familia, en un hogar orientado por la fe en Dios.