La noticia de que Argentina comprará gas a Chile, con un precio más alto del que adquiere en Bolivia, es preocupante no solo para el gobierno, sino para todo el pueblo boliviano, tanto en el sentido económico como político.
En primer plano, se encuentra la decisión argentina de proceder en ese sentido, la misma que ya había sido prevista por los analistas de EL DIARIO desde hace tiempo. Ese factor que afecta a Bolivia se origina en que YPFB no tiene perspectivas en la producción de gas para exportación, ya que sus yacimientos en explotación se están agotando, pues fueron sometidos a súper explotación para abastecer a los consumidores. En otras palabras, YPFB no tiene nuevos yacimientos.
Otros factores que inciden en esa declinante situación son la falta de inversiones y los fracasos sucesivos en las labores de perforación, como el caso Lliquimuni que significó pérdidas para la empresa estatal por más de 150 millones de dólares y el desvanecimiento de grandes esperanzas para el futuro del país.
El hecho de que Bolivia pierda un mercado de consumo de gas como Argentina no tiene solo carácter económico sino también político, es decir que nuestro país empieza a ser objeto de un mayor aislamiento, tomando en cuenta, además, el candente asunto del narcotráfico, que el gobierno de Buenos Aires está combatiendo con mayor decisión, en vista de que el tráfico cocaína adquirió niveles poco comunes.
Hace algo más de diez años, Chile deseaba adquirir gas boliviano y un gobernante se opuso diciendo “ni una molécula de gas para Chile”, considerando que el país vecino sufría de escasez de ese combustible. Pero ahora Chile no solo dejó de comprar gas a Argentina, sino que, al contrario, le vende gas como resultado de su política energética, consistente en importar gas en barcos y venderlo. Así deja ver que superó momentos difíciles, al extremo de ser proveedor de gas.
En los últimos diez años YPFB no encontró ni un yacimiento de gas y los antes descubiertos se están agotando. Sus inversiones fueron ineficientes. En efecto, en otros tiempos se invirtió unos 300 millones de dólares y se descubrió importantes fuentes gasíferas, mientras en últimos años se invirtió más de tres mil millones de dólares sin resultado alguno, lo cual, junto a otras causas, ha puesto en duda la política hidrocarburífera de YPFB. La desconfianza de Argentina en cuanto a la producción gasífera de Bolivia, al buscar otro comprador, revela a todas luces que, pese a la bonanza y la opinión acerca de que la economía boliviana está “blindada”, se vislumbra negros nubarrones en el horizonte.
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