Hay afirmaciones en sentido de que desde el año 2013 el Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital, ambos brasileños, habrían actuado criminalmente en Santa Cruz, pero desde finales de 2016 y en lo que va de 2017 su presencia parece hacerse muy evidente. El robo a la Joyería Imperio, avaluado en un botín de 3 millones de dólares, seguido del asalto a Brinks en las cercanías de Roboré y de operaciones de extorsión y secuestros en Cobija, Pando, éstos últimos en abril pasado, no pueden menos que inquietar. A lo anterior se suma el abatimiento a tiros en Santa Cruz de un importante traficante de droga del Estado de Goias, Brasil, también en abril, relativo al Comando Vermelho. Hay, pues, motivos para preguntar si estos hechos se deben a “emisarios” de los nombrados comandos o son evidencias de su establecimiento en el país. El Gobierno los califica como simples emisarios.
Para el titular de la cartera de Gobierno no hay en estas temibles organizaciones un interés “estratégico” para afincarse en nuestro territorio, en tanto y en cuanto somos país de tránsito de cocaína hacia el Brasil, pero, a estas alturas, nadie puede desconocer la capacidad productiva del estupefaciente de Bolivia, lamentablemente. Como en muchos otros aspectos, la fama de país con débiles instituciones no se desconoce alrededor de las fronteras. En el último tiempo la mancha de corrupción pública se halla en expansión. Si tal es el macro cuadro de la situación, el detalle no hace más que confirmarlo: el control migratorio de ingreso es ampliamente penetrable, la Policía Nacional acaba de demostrar su falta de equipo y entrenamiento para contrarrestar al crimen transfronterizo. Las poblaciones limítrofes con el exterior no colaboran con los traficantes y delincuentes por temor o intimidación, sino a cambio de algún dinero fácil, tanto en el Oriente como en el Occidente. Incluso en el altiplano se convierten en fuerza de choque contra los agentes aduaneros. La Justicia nacional es maleable, etc.
Asimismo, como señalan los expertos en estos temas, no es posible que la delincuencia foránea pueda actuar sin información y colaboración interna. Por otra parte, tanto el Primer Comando de la Capital como el Comando Vermelho ven al país como proveedor de armas. No hace mucho se ha descubierto dos grandes cargamentos de armamento moderno con destino a Santa Cruz y aunque no ha trascendido más sobre el particular, se presume que sea para dichos comandos o para una delincuencia importante, así lo admite el propio Ministro de Gobierno. Estamos ante otra prueba de que Bolivia es un buen puerto para este tipo de aprovisionamiento.
Tan enorme es la importancia del país para el narcotráfico que investigaciones del Perú afirman que El Alto es centro de depósito y envío de cocaína al Brasil. Esas investigaciones señalan enormes rutas de traslado de la sustancia en su territorio, pero que se internan por el Desaguadero y por Yunguyo hasta Santa Cruz. La falta de control continuo y eficaz queda a la vista.
El creciente y peligroso narcotráfico exige a Bolivia encararlo a profundidad. La Policía requiere una urgente reorganización y modernización para enfrentar este grave reto. Se debe empezar por cotizar asesoramiento externo de calidad. Una buena inversión debía haber sido en épocas de bonanza, para atender con recursos y empeño esta urgente tarea, sin duda, en lugar de obras dispersas en las que aún se distrae importantes recursos públicos, sin mayor beneficio social.
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