La OMS y una vacuna contra el cáncer

La presencia en la población de cualquier enfermedad causa alarma y preocupación y se toma las medidas profilácticas necesarias para evitar su propagación. En las últimas semanas, hay preocupación muy seria en relación con el cáncer, una enfermedad que en sus diversas manifestaciones causa millones de muertos en la población mundial.

Mucho se ha dicho y hecho en niveles científicos para encontrar remedios contra este mal que, comparativamente con otros que ha sufrido el ser humano a través de los siglos, ha resultado el mayor y más grave que asuela a buena parte de la población. Se ha hecho común el cáncer de mamas y del sistema uterino en las mujeres; en los hombres, tiene características especiales el cáncer de próstata, de estómago, vesícula, órganos genitales, vejiga, etc.

Las organizaciones de la salud viven preocupadas por encontrar remedios para este mal que, se espera, sea vencido mediante procedimientos con el uso de vacunas antes de recurrir al sistema traumático de cirugías y otros. Últimamente, se ha puesto en boga el uso de la vacuna contra el papiloma humano que, lamentablemente, no siempre ha causado efectos positivos en las mujeres. De hecho, en el caso de nuestro país existe alarma por los efectos colaterales que causa esta vacuna y, para citar un caso, en la ciudad de Cobija al ser vacunadas muchas niñas, de entre 9 y 13 años, han resultado con mareos, indisposiciones estomacales, vómitos y otras consecuencias. Lógicamente, esos malestares han ocasionado angustia a los padres de familia y en las mismas niñas de colegios que se ven amenazadas porque, según las autoridades de salud, existe “la obligación de vacunar a todas las niñas entre 9 y 13 años”.

Es extraña la disposición del Ministerio de Salud porque, por principio se entiende que todo tratamiento, vacunación o campañas de salud tiene que contar con la aceptación de la comunidad y mucho más en el caso en que se afecte a mujeres, especialmente si la dosis tiene que repetirse cada cierto tiempo; pero, ¿qué pasará si con la primera dosis hay efectos graves? ¿Cuáles serán los extremos que se tenga que sufrir con la repetición de una vacunación?

La vacunación, por principio, es: “inocular a una persona o animal un virus o principio orgánico convenientemente preparado para preservarlos de una enfermedad determinada”. Lo que ocurre en nuestro país es que se indica que es la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que “cree que la vacuna está libre de consecuencias colaterales o dañinas a la salud”. Y es la recomendación de la OMS la que habría dado lugar a que las autoridades de salud del país dispongan la obligatoriedad de “vacunar, con carácter general a niñas entre 9 y 13 años”.

A este respeto, cabría preguntar a la OMS y a nuestras autoridades: ¿Qué hacer ante los casos que son traumáticos y que causan males colaterales en nuestras niñas? ¿Quiénes asumen la responsabilidad de las consecuencias? ¿Quién puede convencer a padres de familia para que autoricen la vacunación de sus hijas con una vacuna de dudosos efectos positivos y, además, que tenga consecuencias lamentables? Habría mucho que responder en este grave problema que, de momento, implicaría la suspensión de toda vacunación con dosis que causan problemas físicos y psicológicos.