La verdad aunque duela
La política es un campo que se brinda admirablemente a la hipocresía. No es el único, pero quizá sea el terreno en el que mejor se desenvuelve.
Hipócrita es esa persona que simula lo que no es. Actúa así para lograr objetivos con beneficio propio por medio del engaño a los demás. Quiere que los otros crean que posee cualidades que no las tiene. Es, al final de cuentas, un caso de fraude y mentira. Pero hay mucho más debajo de esa superficie de hipocresía. ¿Qué sucede si el hipócrita termina creyendo que es verdad lo que aparenta? Es decir convencerse a sí mismo de que no engaña a otros. Entonces, la hipocresía de primer grado es engañar a otros. En segundo grado el hipócrita acaba creyendo su propia mentira.
Históricamente, en la actividad política de algunos países sudamericanos y el caribe se comprobó que quienes utilizan términos como: salvar a la patria de otros regímenes, luchar a muerte contra el narcotráfico y la corrupción, eliminar la pobreza, luchar contra la inseguridad en las calles, reducir el alto costo de vida para los ciudadanos, dar vivienda a los pobres, construir caminos para integrar a las regiones, lograr prosperidad con base en producción, progreso y desarrollo … son politiqueros hipócritas de siempre y los que más se han llenado sus bolsillos con el dinero del pueblo, a costa de infelices ciudadanos a los que dicen defender.
Resulta paradójico que en el Estado Plurinacional que pretende evolucionar hacia la democracia, el desarrollo y ser una auténtica expresión de la voluntad popular, todavía existan políticos que sigan pontificando con demagogia, cuando la mediocridad y el cinismo les brotan por los poros.
Arribamos al cinismo como una práctica de doble moral. Generalmente el político hipócrita no alardea de su incorrección, sino que tiende al ocultamiento y a la circunspección cuando está frente a medios de comunicación. En esa circunstancia, entran en escena comunicadores “cínicos” que hacen daño a su profesión, porque no ejercitan un periodismo moderno, moral y veraz para aclarar las barbaridades que políticos oficialistas, opositores y hombres públicos expresan.
Nada más cierto, mientras el hipócrita merodea en la penumbra, el inmoral se refugia en las tinieblas. En el crepúsculo progresan la delincuencia, la corrupción y el vicio, que la mediocridad ampara. De la honestidad convencional se pasa a la infamia gradualmente, por matices leves y concesiones sutiles. En ello radica el peligro de la conducta acomodaticia y vacilante.
En el Estado Plurinacional, durante 11 años el pueblo se acostumbró a vivir en penumbra de mentiras e infamias, fabricadas cada año, al amparo de consignas como: “la Patria será libre, soberana y democrática”, “Bolivia es gobernada por los campesinos, indígenas, organizaciones sociales…” “recuperaremos todos los recursos naturales, para que los bolivianos vivan bien”, “todos los bolivianos tendrán techo propio”, “nuestra economía está blindada, por ello tenemos garantizado el progreso y desarrollo del gobierno”, “nunca en el mundo se vio una administración tan pujante como la nuestra”, “ el mar es azul, por eso nos une y algún día será nuestro”, “hemos heredado una justicia podrida, pero nosotros la perfeccionaremos”, “nuestra revolución tendrá sus frutos a partir del 2025”, “ el nepotismo, corrupción, contrabando, narcotráfico y delincuencia no pasarán”, “las FFAA, Policía, el Tribunal Supremo de Justicia y la autoridad de DDHH garantizan la convivencia pacífica de los bolivianos”, etc. Como podemos recordar, ni un slogan muestra interés por la salud y educación de nuestro pueblo.
Aproximadamente 4.000 propagandas políticas durante 11 años han calado nuestros sentidos hasta el hastío, pero nunca se conoció la situación administrativa, económica y financiera de las instituciones que “regenta” el gobierno a su libre albedrío, como el Ministerio de Finanzas, YPFB como “bandera” de la economía nacional, la Aduana, Impuestos Nacionales, el Ministerio de Gobierno del brazo de la FELCC, Banco Central… como las grandes recaudadoras, custodias y confiscadoras de la generación económica del Estado Plurinacional. Otras empresas, instituciones y organizaciones están entre las estratégicas y generadoras de grandes empleos para familiares, parientes y seguidores de los gobernantes.
Con todos estos antecedentes de hipocresía e ineptitud gubernamental, la prosperidad del Estado Plurinacional es inversamente proporcional al tamaño del engaño a nuestro pueblo.
El autor es docente universitario.
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