Líderes de la Revolución Soviética
Al cumplirse este año el centenario de la Revolución Soviética de 1917, recordemos algo acerca de quiénes fueron sus principales líderes: Stalin (“acero”), es el apelativo de su verdadera identidad. Desde pequeño experimentó tremendas palizas de su padre alcohólico, tallando un personaje cruel y despiadado. La madre era empleada doméstica y aspiraba a convertir al hijo en sacerdote. El seminario de Tbilisi al que logró acceder lo expulsó antes de sus 20 años; para entonces era ya adherente socialista georgiano.
Fue frenético organizador revolucionario y activo participante en el derrocamiento zarista. Dirigió Pravda, periódico oficial del partido, singladura militante que en 1922 le llevó a hacerse de la Secretaría General del partido bolchevique. La compleja urdimbre que tejió desde el cargo, le permitió ubicar a gente de su confianza en clave de su encumbramiento. Así en 1927 el camino estaba abierto a la sucesión del carismático Lenin, pero no sin sorpresa y repudio de numerosos líderes partidistas. No en vano el testamento de Lenin prescribía expresamente el alejamiento de Stalin de la conducción del partido por considerarlo peligroso, significando esto a la vez un veto a la sucesión. El hombre de “acero” mostró sus malas artes trastrocando el testamento.
Acentuados sus celos políticos expulsó y exiló a Trotski, no obstante haber sido éste el creador y jefe del Ejército Rojo. El ex seminarista dueño del poder absoluto aplicó una acelerada industrialización a través de los “planes quinquenales”, objetivo impulsado a expensas del campesinado por el avasallamiento de sus pequeñas propiedades, proceso además acompañado de una sangrienta represión a disidentes. El fortalecimiento material de la vieja Rusia -soportado a costa de enormes penurias y privaciones del pueblo- hizo posible detener y rechazar el avance del ejército de Hitler y sumarse exitosamente a las potencias aliadas para aniquilar al régimen nazi.
El odio de Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, devenía de la ejecución de un hermano suyo, acusado de conspirar contra el Zar Alejandro III. En la Universidad de San Petersburgo entró en contacto con el marxismo. Planteó la implantación del socialismo obviando la revolución burguesa, en un solo país, por añadidura de características feudales, con lo cual contradecía la tesis de Carl Marx sobre el tema. Su opúsculo Un paso adelante, dos pasos atrás contenía tales ideas.
Exiliado diez años decidió retornar a Rusia alentado por los alemanes, a la sazón en guerra con Moscú. Ya en el poder intentó firmar la paz. Designado negociador Led Lavidovich Trotski, se negó a concertar el acuerdo por las humillantes y excesivas pretensiones alemanas, no obstante Lenin lo hizo en 1918 a despecho del primero. El logro de la paz era una de sus promesas a un pueblo abrumado y fatigado por los avatares bélicos.
Arreciaron las críticas desde la izquierda y derecha bajo el argumento de que Lenin vendía Rusia a los alemanes, al costo de grandes partes territoriales del gigante euroasiático. El teórico e intelectual instalado en el Kremlin estuvo a punto de sucumbir en los altibajos de la guerra civil. Entretanto un ejército reclutado por Trotski entre los campesinos, logró revertir en 1920 las ambiciones del enemigo. Tampoco este factor significativo jugaba a favor del portavoz de la “revolución permanente” a fin de salvar al menos su vida. Por todo pago Josif Stalin no opuso reparo alguno al asesinato de Trotski, su radical competidor. Es que la perfidia de los poderosos e impostores es siempre la misma.
Lenin fue el auténtico líder del movimiento de octubre de 1917, pero era casi desconocido por las masas que inclusive lo veían con desconfianza. Poco le duró el poder para llevar a cabo sus ideas y murió en 1924.
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