Cuando en el mes de noviembre pasado se denunció, por parte de un parlamentario, “una indebida y peligrosa compra de bonos salvadoreños”, el Ministro de Economía del gobierno negó categóricamente dicha operación y, como siempre, se culpó de tal información “a la derecha” o “al imperialismo”; pero la verdad se impuso y hace pocos días es el propio presidente del Banco Central que confirmó que el gobierno realizó, en tres partidas, la compra de “Letras del Tesoro al gobierno de El Salvador por un monto de 191.2 millones de dólares”.
Dicha operación, dada la situación grave por la que atraviesa El Salvador, es sumamente peligrosa porque existen serias dudas de su recuperación, pese a que el Banco Central señala que “todo está debidamente garantizado y que implicará una ganancia de 3 millones de dólares” y que la adquisición significó la utilización de parte de las Reservas Internacionales. Se dijo que el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) es garantía suficiente.
Son las propias instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, las que han calificado como delicada la situación de la economía salvadoreña y lo cierto es que ninguna entidad de este tipo hace transacciones con este país. Lo grave de esta situación es que tanto el gobierno como el propio Banco Central tenían que estar al tanto de la situación económico-financiera de este país centroamericano que tiene una posición económica sumamente precaria.
Lo cierto es que desde la colocación de los primeros ‘bonos soberanos’ el gobierno no encuentra medios más efectivos para cubrir las grandes diferencias que existen en el rubro de las Reservas Internacionales Netas y cree que el remedio más apropiado es endeudar más al país. Pero el sentir de la opinión pública nacional es que si se requiere más dinero hay que hacerlo a través de medios que el régimen puede utilizar y uno de ellos es promover la producción, incrementar las exportaciones y, sobre todo, cumplir con normas de austeridad en los gastos y no gastar irracional y desmedidamente como se lo hace desde hace muchos años.
Es absolutamente irresponsable comprometer las ya pocas Reservas Internacionales Netas -que actualmente apenas están en poco menos de 10 mil millones de dólares- y no adoptar medidas que permitan inversiones para la creación de nuevas fuentes de riqueza que, a su vez, generen empleo seguro y permanente. La mala y perniciosa costumbre, practicada por irracionalidad en los gastos, dispendio financiero y mal uso en inversiones no rentables ni seguras como empresas productivas que tienden a fracasar, determina que, en la desesperación, se recurra a extremos como la colocación de dinero seguro en un país como El Salvador que, de principio, muestra señales económicas de que está muy alejado de soluciones.
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