Para el lector irredento a su inclinación a la lectura de ensayos y artículos de prensa de raigambre intelectual o científico, sería importante tratar de aclarar el problema de la distinción entre los ensayos literarios y científicos, que cubrirían tácitamente la actividad intelectual y científica. En una instancia inicial hay que identificar el primer problema, pues en ciencia se pasa por alto el rigor científico de la escritura y suele aplicarse el lenguaje literario, sin ubicarse en las consecuencias significativas que cada símbolo de la escritura ejerce sobre los lectores.
Todos los humanos generan proclividades hacia la escritura y al verter en blanco y negro lo que sienten, observan o lo que les deviene de experiencias les surge la duda y la preocupación por la redacción de sus inquietudes literarias. ¿Será un ensayo, un relato, una descripción o más ambicioso un libro?, en la vida la escritura sobreviene primero como una necesidad escolar, luego como un requisito laboral o como un requerimiento o mejor, una exigencia cultural; por esta constante todos, humildemente, debemos reaprender el oficio de escribir.
Para generar convicción en los lectores, los ensayos, sea cual fuere el tema deben circunscribirse a la realidad, que son un ejercicio de ideas que permiten la expresión de un suceso, fenómeno o vivencia dadas. Cuando se trabaja en un ensayo que puede ser una investigación sociológica o antropológica, se requiere en primera instancia estructurar una hipótesis que guíe a la explicación del suceso, fenómeno o vivencia, empero, para hacer inteligible al lector, se debe definir sencillamente el concepto hipótesis como una suposición que se hace con el fin de explicar los hechos observados o vividos; el objeto supuesto, se sustrae o se exime, por lo menos al principio, a la comprobación inmediata.
Se puede, incluso, cuando la hipótesis no proporciona explicación alguna exenta de contradicciones, siendo, por lo tanto, indudablemente falsa, puede, sin embargo, seguir existiendo como hipótesis de trabajo, en caso de ser útil para encontrar la verdad; por ejemplo cuando se trata de establecer un ensayo sobre un tema muy difícil y polémico como la prostitución. Esta connotación de las hipótesis es altamente interesante para encontrar la verdad en la profundidad de la investigación.
El planteamiento de la hipótesis-guía varia a lo largo de la investigación, sobre todo cuando se procede a la redacción, en este punto quien realiza un ensayo debe cuestionarse obligadamente tres elementos: ¿cuál es el problema?, ¿cuál es la respuesta?, ¿a quién se quiere convencer de que ese es el problema y esa es la respuesta?
Para destronar o eliminar la persistencia de una seria confusión que surge entre los profesionales, estudiantes y laicos respecto a la diferencia entre el ensayo literario y científico, los que lo acometen deben aceptar que el rigor distinto que prescribe cada tipo de ensayo no es suficientemente claro, consecuentemente no obliga a distinguir formas ni estilos que corresponden a cada uno.
Modernamente se establece que todo ensayo debe partir de una pregunta fundamentada y este propio ensayo debe circunscribirse en orden a dar solo respuesta a esa pregunta, concluyendo que para las generaciones actuales y futuras será vital distinguir la controversia y las diferencias ante la lógica de ensayos de la ciencia y la lógica propia de la literatura de divulgación, artística o aquella que no tiene por qué atender los rigores de la redacción científica. Empero, simultáneamente es importante para todos los que escribimos mantener la búsqueda de nuevas sendas de redacción atractiva y eficiente para la difusión de ensayos literarios y científicos.
El autor es abogado, posgrado en Interculturalidad, Educación Superior, doctor honoris causa, docente, escritor.
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